La sala del Torreón Fortea de Zaragoza acoge hasta el próximo 4 de julio la exposición Trampantojo, el placer del engaño, una muestra que sigue la evolución de esta disciplina gráfica y sus aplicaciones en el mundo del teatro, la danza y la imagen. Una colección que parte desde los orígenes del trampantojo con el uso de la perspectiva y el zoótropo hasta llegar al fotomontaje y el grafiti urbano.

En el arte clásico siempre ha estado presente la fijación por crear obras cercanas a la realidad, en la pintura, a través de la perspectiva para lograr mayor profundidad en el cuadro, o en la propia escultura. De este interés por imitar la realidad surge la técnica del trampantojo, un engaño visual al servicio del arte y de la ficción. La exposición, comisariada por Carlos Blanco, ha contado con la colaboración de compañías teatrales como Caleidoscopio, El Temple, Gato Negro, el Centro de Danza o el Ballet Nacional Noruego y de profesionales como Ana Bruned (maquillaje y caracterización).

Carlos Blanco, señaló este martes, durante la presentación de la muestra, la «ingente» tarea de englobar toda la historia de esta técnica visual. Por ello, Trampantojo, el placer del engaño, parte desde la época griega y romana, pasando por el barroco hasta la actualidad, tomando de ejemplo el teatro, una  disciplina artística muy vinculada a esta técnica. 

Mediante objetos de atrezzo, miniaturas de escenarios y vídeos explicativos, la muestra del Torreón Fortea indaga en las diferentes aplicaciones del trampantojo, como los murales para simular paisajes, la contraposición entre varios niveles de telón para crear una sensación de mayor profundidad, o piezas de vestuario confeccionadas con papel. El comisario de la exposición, apuntó que si bien la técnica se ha perfeccionado a lo largo de los siglos, «sin la complicidad del público la mágica del teatro no existiría», porque «se necesita a alguien a quien contar la historia».

De la pintura al uso de la luz, la muestra reserva un espacio para la iluminación teatral, capaz de devolver el volumen a la figura de un bailarín o proyectar su sombra en el escenario, aumentando el efecto dramático, u ocultando objetos para luego hacerlos aparecer.

La gastronomía también se ha hecho eco de esta técnica. Son muchos los chefs que simulan platos con alimentos completamente diferentes para sorprender al paladar, aunque no hace falta irse a la alta cocina. Carlos Blanco recordó los caramelos Piedras de río, dulce típico de Aragón. Pero el trampantojo no se queda en los museos, el grafiti ha permitido imaginar ventanas a otros mundos o seres que atraviesan de una punta a otra la fachada de un edificio. La muestra ha querido hacer un homenaje también a esta disciplina contemporánea. Por ello, ha escondido varios trampantojos a lo largo de la sala de exposiciones. Varios artistas han colaborado en esta iniciativa, tales como José Luis Cano, Isidro Ferrer, Ignacio Fortún y Jorge Gray. El comisario quiso agradecer también la cesión de material por parte de centros públicos y privados como el Corral de Almagro y Francisco Boisset, pues muchos de los ejemplos de esta técnica en el mundo del teatro están sometidos a derechos de autor, lo que dificulta su exposición.

La vicelalcaldesa y consejera de cultura del Ayuntamiento de Zaragoza, Sara Fernández, recordó que esta técnica, esta «trampa al ojo» lleva acompañando al teatro y a las artes escénicas desde hace siglos, con sus inicios en las artes plásticas, y animó al público a visitar la exposición, que podrá visitarse en el Torreón Fortea de la capital aragonesa hasta el próximo 4 de junio

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