El arte comprometido de Ricardo Calero desembarca en la Lonja hasta el próximo 4 de julio con 123 obras que recorren su trabajo durante los últimos 35 años. La exposición 'Ricardo Calero. Espacios del sentir' presenta un artista abierto al mundo y nada encerrado en su creación. Por eso, la denuncia social se abre paso en la muestra, constatando la permeabilidad del escultor hacia los problemas que asolan a la sociedad actual. El drama de la inmigración, la violencia, la falta de diálogo o la escasa protección hacia la cultura se cuelan en una exposición, por otra parte, «bellísima» a nivel estético. La muestra confirma a Calero –escultor «por formación e intención»– como un artista multidisciplinar, ya que entre las 123 obras hay dibujos, collages, grabados, fotografías, vídeos y por supuesto esculturas.

«La exposición enseña a un artista profundamente ético, muy preocupado por el hombre y la actualidad, y donde cabe la denuncia hacia los problemas presentes pero con un mensaje que invita siempre a la esperanza», ha indicado este viernes una de las dos comisarias de la muestra, Lucía Ybarra. En medio de una tendencia imperante en el arte contemporáneo actual en la que cuesta vislumbrar el compromiso social, la obra de Calero decide mancharse las manos. Lo ha explicado este viernes en la presentación el propio artista. «La estética está muy bien, pero hay que ir más allá. En el arte contemporáneo volamos con la imaginación, pero también hay que pisar la tierra y ser consciente de la realidad que nos rodea», ha señalado Calero, que ha apuntado que en el arte contemporáneo actual «falta rasmia».

A lo largo de estas 123 obras, el artista jienense –aunque afincado en Zaragoza desde que tenía un año de edad– invita a una reflexión sobre la condición humana, sobre el propio ser y su lugar en el mundo. «En esta muestra bellísima se observa la confianza del autor en la capacidad del ser humano en alcanzar acuerdos a través del diálogo y la palabra, en mejorar la convivencia», ha señalado la también comisaria de la exposición, Rosina Gómez-Baeza.

Así, la obra de este «poeta de la imagen» constituye una llamada a la serenidad, al diálogo con el otro. Las piezas que se expondrán hasta el 4 de julio han sido realizadas o concebidas en su estudio de Zaragoza, Montreal o Fuendetodos, al tiempo que hay acciones e intervenciones desarrolladas en las calles de la capital aragonesa, la Comarca de Belchite, el mar Mediterráneo y en bosques de Italia, Canadá o Alemania. De hecho, la naturaleza juega un papel clave en muchas de las piezas (el 75% de ellas nunca han sido expuestas en Zaragoza).

El ayuntamiento ha programado visitas guiadas para el público en general. Se realizarán los domingos a las 11.00 horas y habrá que reservar previamente en la Lonja o en el teléfono 976 724 912 en horario de apertura.

La exposición, que está compuesta por unas 40 esculturas, más de 100 fotografías, unos 50 grabados, instalaciones y dos vídeos, se divide en siete estancias que simbolizan «los estados del alma» y las inquietudes del artista en las últimas tres décadas.

Siete estancias

La primera de ellas recibe el nombre de 'Ausencias' y recuerda una primera etapa de Calero donde incide en el afán del hombre por atrapar la esencia misma de la vida y su sentido. El artista reflexiona como escultor en torno a la materia, la forma y el vacío. Algo muy presente también en la segunda estancia, titulada 'Vacíos del silencio' y en la que se adentra en la soledad del hombre y en el silencio. En este sentido, cabe destacar que Calero también aprovecha la exposición para rendir homenaje a Pablo Gargallo, uno de los artistas que reflexionó sobre el vacío de una «forma magistral», ha dicho.

En la estancia número tres, la luz cobra especial relevancia como idea y culminación de una reflexión conceptual ligada a la vida. En esta sala, denominada 'Pulsiones de luz' se recoge una obra «muy importante» que es un disparate interior de Fuendetodos.

La cuarta estancia se centra en el alba, haciendo referencia al amanecer o la primera luz del día, mientras que la quinta, 'Sueños en el mar', reflexiona sobre el problema de la inmigración. Calero ha explicado que este proyecto comenzó en el año 2001 después de vivir una situación personal en un aeropuerto. Durante una década, a partir de su propio pasaporte, él mismo fabricó 365 copias, y se adentró en el mar picado para lanzarlos y seguir el camino de estos documentos «en un viaje a la deriva, como la propia vida».

De los 3.650 pasaportes, solo 78 pudieron ser rescatados, marcados por «las heridas del viaje», varados entre calas y rocas. «No nos podemos hacer una idea de cuántas personas se quedan en el mar», ha denunciado Calero, que ha apuntado que «todos emigramos alguna vez en la vida, ya sea física o mentalmente».

La sexta y séptima estancias se titulan 'Memoria del natural', en la que se sumerge «en las entrañas mismas de la naturaleza», y 'Pensar el sentir. Diálogos', en la que reflexiona sobre la conexión entre el pensar y el sentir.

A la presentación ha acudido la vicealcaldesa Sara Fernández, quien ha invitado a disfrutar de la exposición, pero también del «mensaje que traslada, que va más allá de los visual».