¿Podemos saber cuántos capítulos quedan del tema de Rocío Carrasco, para organizarnos, ahora que viene el buen tiempo y el jaraneo? ¿Es factible que Tele 5 ataque ahora con la emisión de 827 capítulos con la versión de Antonio David, ese hombre, para no perder audiencia este verano? ¿Para cuándo un reality con gente normal y sensata, y no con famosillos que son carne de frenopático y que lo único que han hecho en su vida es participar en otros realities, a cual peor (de profesión, realiter, como youtuber, o influencer)? Y la última, ¿es necesario que Jorge Javier Vázquez esté siempre en pantalla, sea la hora que sea? ¿No duerme, no come, no se echa la siesta, no ve series, no baja a un bar a tomarse dos cervezas? ¿No podría sacar una ley este gobierno progresista, solidario, inclusivo y hasta mediopensionista para prejubilarle a él y a sus amigas María Patiño y Lidia Lozano en televisión, como salvaguarda de la salud de todos los telespectadores?

La atracción de lo horrible, de lo cutre, siempre ha existido, a todos nos llama. Juntar a cuatro o cinco personas para despellejar a otra es, además de fácil, barato y sencillo. Tratar de vender como filósofa de la sabiduría popular a una chica que lo único que ha hecho ha sido estar casada con un torero, es algo más difícil, lo reconozco, pero el resultado sigue siendo ínfimo. En la tele es infinitamente más sencillo hacer un programa malo con audiencia que intentar hacer uno bueno que aporte algo. La hipocresía total de Tele 5 al hacer ahora el agosto con una historia que en gran parte montaron en programas de su cadena, es de matrícula de honor. Pero la cadena amiga recicla como nadie. Después de triturar todo lo que se pone a tiro a través de sus seiscientas veinticinco líneas, no les da vergüenza alguna a sus presentadores y colaboradores presentarse como defensores de las mujeres (supuestamente) maltratadas por parte de (supuestos) maltratadores. Supuestos maltratadores a los que les dieron minutos, programas, dinero, kilos de credibilidad y espacio en prime time para que soltaran todas las barbaridades que les venían a la cabeza. Pero como hoy en día todo lo usado se puede reciclar, hasta la propia afectada hace uso de esos minutos de basura televisiva para utilizarlos en beneficio propio, llorando semana tras semana delante de las cámaras pero mitigando el dolor con un buen caché recibido a espaldas de las mismas. Mientras tanto, el pasado miércoles la décima entrega de la pantalla amiga volvió a arrasar con un 25% de audiencia y más de dos millones de espectadores. Y lo mismo ocurrió con Supervivientes, en la noche del jueves. España está en manos de Vasile, Jorge Javier y compañía. Así no avanzamos…