Cuando Luis Buñuel presentó el guion de Viridiana al equipo de censores, ya hubo división de opiniones, «dos le dicen que sí y otros dos que aquello es inmoral», relata la profesora Amparo Martínez. Es cuando el director general de Cinematografía, José María Muñoz Fontán, convoca a Buñuel y a uno de los productores, Pere Portabella, a su despacho. «Este le insiste en la idea de que están muy interesados en que ruede en España y le pide que haga algunos ajustes», narra Martínez. Pero lo que nadie se esperaba es que Muñoz Fontán le sirviera en bandeja una bomba: «Por ejemplo, ese final en el que Francisco entra en la habitación de su prima Viridiana y se cierra la puerta, no podemos admitirlo. ¡Si por lo menos hubiera alguien más». El propio Portabella contó en un coloquio celebrado en la Universidad de Zaragoza en el 2013 que le costó hasta contener a Buñuel: «‘¡Un ménage à trois! Me proponen un trío, ¡es fantástico!’ no paraba de decir». Y dicho y hecho, gracias a la propia censura nace ese final tan polémico en el que entran los tres a la habitación «a jugar al tute», explica Amparo Martínez.

Así, Buñuel tiene que escribir un segundo guion para que se lo apruebe la censura en el que "lo que hace es eliminar frases y acciones que molestaban, quita trozos meramente descriptivos y, por supuesto, cambia el final», asegura la profesora de la Universidad de Zaragoza. La clave es que, tal y como apunta el catedrático Agustín Sánchez Vidal, «el guion no especificaba todo, es la potencia de las imágenes la que acaba desencadenando este choque frontal con la Iglesia». «En el guion reproduce la distribución de la mesa con todos los mendigos en la famosas escena, pero no se veía ni se decía que iba a ser una perversión de La última cena, algo que se reconoce de inmediato», apunta el catedrático Agustín Sánchez Vidal. Es precisamente esa escena la que acaba de soliviantar al Vaticano, afirma él mismo: «Los mendigos parodian esa última cena donde el papel de Jesucristo lo hace un ciego, ladrón, soplón y confidente de la policía que es lo que indignó del todo al Vaticano porque, al mismo tiempo, se escucha el Mesías de Händel, que es el nacimiento de Cristo. Pura dinamita», recuerda.

Aún así, a pesar de los cambios impuestos, el calandino no renuncia a su primer guion y buena parte de él es el que acaba rodando, «presenta uno para que pase la censura pero luego trabaja sobre el original», apunta Amparo Martínez.

 La película aún tuvo que pasar una nueva prueba, una proyección ante la censura para que le diera el permiso para salir de España. ¿Cómo se consiguió? «Como el sonido se iba a grabar en París, hicieron un pase solo con imágenes con lo que se entiende la mitad». Sin embargo, se filtra que igual no le dan el permiso y deciden sacar el filme (con su hijo Juan Luis) escondida entre los capotes de un torero por la frontera de La Junquera», rememora Amparo Martínez. «Teníamos claro –ha recordado posteriormente Pere Portabella– que la película tenía que llegar a Cannes sin que la viera casi nadie»