Camiones que dejan su hueco a actores. Un capataz que cede la batuta a una directora. Un muelle de carga que se convierte en un escenario. El 7 de junio de 1996, tras meses de nueva construcción y remodelación, abría las puertas el Teatro de la Estación, un local pionero en Zaragoza, centrado en la nueva interpretación de finales del siglo XX.

Los orígenes no fueron sencillos. La primera generación formada en arte dramático buscaba trabajar en su pasión en un momento complicado. Las giras por toda España de finales de los 80 llegaron a su fin y las ayudas públicas a la interpretación se resistían. La respuesta de los apasionados del teatro fue la creación de pequeños locales, centros de encuentro donde poder desarrollar su arte. Cristina Yáñez, directora del Teatro de la Estación, cuenta que hubo numerosas dificultades para que el proyecto funcionase: “Empezamos solo gente del gremio, que tuvimos que hacer de todo. Cada uno tuvo que pedir un crédito para que conseguir que todo siguiese adelante”.

Tranvía Teatro, la compañía alojada en este teatro zaragozano, representó obras populares para ser reconocida en la ciudad. La apuesta por el teatro alternativo, por la danza contemporánea o por los espectáculos musicales más modernos tardaría un tiempo en llegar, pero se ha convertido en la seña de identidad en el Teatro de la Estación. Estas actuaciones, y la formación académica, han puesto a la institución en el mapa nacional. “Desde el primer momento quisimos ser más que un teatro, queríamos hacer territorios, unirnos a la ciudad”, afirmaYáñez, que presume de la rápida respuesta de los alumnos, de los proyectos de residencia artísticas en el teatro o de la conexión con el resto de España.

Con ambición, el Teatro de la Estación fue ampliando su radio de acción. La compañía Tranvía Teatro dejó su espacio a otras agrupaciones teatrales, que llegan hasta Zaragoza para actuar en el escenario de la calle Domingo Figueras Jariod. El proyecto traspasó fronteras y desde hace años colaboran con otros teatros y asociaciones de Europa: compañías de Francia o Italia crean obras junto a los miembros del Teatro de la Estación.

Cristina Yáñez en la puerta del Teatro de la Estación.

La estabilidad artística no está acompañada de la económica, pues Yáñez admite que siguen viviendo “día a día”. Las subvenciones y la taquilla, en menor medida, y las aportaciones de socios y alumnos mantienen viable el proyecto. Pese al crecimiento, la directora comenta que la financiación sigue necesitando del “esfuerzo personal de los gestores del teatro, porque no queda otra”. 

El coronavirus también marcó el 2020 del Teatro de la Estación. Las puertas se cerraron, como en el resto de las actividades artísticas. El verano permitió la lenta vuelta de la actividad, con restricciones de aforo, uso de mascarilla y toma de temperatura a los asistentes. Pese a las dificultades, Cristina Yáñez confiesa que el teatro pasó en otros tiempos “momentos muy duros, con muchos apuros económicos”, peores incluso que durante este último año. La buena respuesta del público y el afán de los zaragozanos por el teatro -“hemos tenido más alumnos en los cursos que nunca, más de 300”- han mantenido con vida a este emblemático lugar.

Las celebraciones se mantienen paralizadas, a la espera de que la situación sanitaria mejore. “Queremos hacer una fiesta de agradecimiento, en la que se reúnan muchos actores y directores que han sido importantes en nuestra historia”, comenta la directora del Teatro de la Estación. Yáñez adelanta que “a finales de este 2021” esperan publicar un libro que recoja “fotos, artículos en periódicos y textos de personas relacionadas con nuestro teatro”.

El futuro se afronta en el Teatro de la Estación con la valentía y la esperanza de siempre: “El gran premio ha sido poder llevar a cabo este proyecto, resistir en los malos momentos y aguantar vivos”. Pensando en celebrar el medio siglo de vida de la institución, Cristina Yáñez quiere que el teatro “se convierta en una actividad consumida habitualmente por todos los zaragozanos”. El tiempo, y el Teatro de la Estación, lo dirán.