Die Stadt ohne Juden (La ciudad sin judíos), uno de los pocos ejemplos existentes del cine de entreguerras austríaco, es una película muda rodada en 1924 por H. K. Breslauer y basada en la novela homónima de H. Bettauer. La película, desaparecida hasta 2015, año en el que se encontró en un mercado en París, describe el trato y expulsión de los judíos por parte del gobierno debido a una grave crisis económica, adelantando la terrible persecución que unos años más tarde tendría la comunidad judía en Europa.

Considerada una de las compositoras actuales más relevantes y originales, Olga Neuwirth ha compuesto una banda sonora para acompañar a la película. La obra, tras haberse estrenado en los auditorios más importantes de Europa, como el de Viena, Hamburgo, Londres o Berlín, se estrena finalmente en España.

Se trata de una cita muy especial ya que la obra de Neuwirth ha sido muy reconocida en Europa. La Nobel de Literatura Elfriede Jelinek escribió de esta forma sobre la pieza: «La nueva música de Olga Neuwirth para la película exige verdad en la medida en que la música es capaz de expresar la verdad. La música abre la discrepancia entre la inocencia de una película que consiste en luz y no-luz, y lo que ya sabemos con certeza (aunque aún no ha ocurrido). Entre la ola ondulante de los vítores de ese abra-cadáver tribal que acaba de sacar a los judíos, ¡oye, tenemos que celebrar! - y los ecos lentos y débiles de la música de la sinagoga casi disipándose en el zumbido difuso, entre los crecientes murmullos nacionalistas que acompañan a la falsa alegría del reencuentro y el canto del siempre y siempre apreciado folclórico um-pah-pah: de repente la afilada hoja de del Canciller Schwertfeger se exponen los motivos arrogantes . Por un momento, las trompetas rompen las celebraciones de la gente (siempre que haya algo que celebrar). Entonces los guardias se van a dormir. ¡Cualquiera que todavía se despierte, podrá ver! Cualquiera que «todavía» siga celebrando podrá verse a sí mismo».

La propia compositora también ha hablado sobre su trabajo y su importancia: «Cuando estaba escribiendo la partitura, tuve que reprimir mi rabia o de lo contrario la película habría tenido una música que sería solo una expresión de mi furia», explicó Neuwirth. «Los paralelismos son claros: el lenguaje tóxico está engendrando odio, ahora como entonces».

Y es que la obra tiene un carácter satírico, pero a la vez premonitorio. Tanto es así que Bettauer, el escritor de la novela, fue asesinado a tiros en 1925 por un antisemita, y su hijo, 20 años después de la publicación de la novela, deportado a Auschwitz.

Las entradas para el concierto que se celebrará en la sala Mozart este lunes desde las 19.30 horas están a la venta en Ibercaja y en el propio Auditorio.