No sé si la pandemia, la reactivación del sector que en algunos casos está provocando cierta sobreprogramación (aunque no conviene olvidar que no más que la que podría haber un fin de semana prepandemia en las salas) o que la época veraniega siempre es dada a instalar el sopor también entre la ciudadanía, pero el hecho es que hay un hecho histórico que ha sucedido en Zaragoza que ha pasado casi desapercibido. Por primera vez en los muchos años en los que la programación cultural se ha ido instalando como un derecho inalienable y necesario (ojo con estas palabras que no deberían olvidarse) para la ciudadanía, el sector musical se ha unido. Y cuando hablo del sector, hablo de todos los que lo conforman, es decir, promotores, mánagers, técnicos de sonido... todos al amparo de la Plataforma de eventos en directo de Aragón para crear lo que nace como un ciclo (Música al raso) pero que se podría considerar un festival con todos sus condicionantes.

De la mano del Ayuntamiento de Zaragoza (uno siempre ha sido partidario de una necesaria colaboración entre las instituciones y los que están al lado de la cultura y son el punto de encuentro con los generadores de la misma), Appma (Asociación Profesional de Mánagers y Promotores de Música de Aragón), Silvis (Asociación empresarial de servicios audiovisuales y auxiliares de Aragón para el sector de Evento y la Cultura), Apporte Aragón (Asociación de Profesionales de la Producción y Realización de Eventos en Vivo), Astavea (Asociación Sindical de Técnicos Audiovisuales y Escénicos de Aragón) y Soma (Asociación Soy Música de Músicos de Aragón) han conformado un ciclo que, dados los condicionantes en los que estamos en un año en el que todavía tenemos una pandemia instalada sobre nuestras cabezas, puede ser un buen punto de partida para que la ciudad consolide de una vez una oferta veraniega como ya hay en casi todas las capitales españolas y de buena parte de Europa. No es cuestión de resucitar los intentos que ha habido que, por una cosa u otra, han acabado fracasando tras buenos arranques, pero lo que sí es de alabar es que nazca este Música al raso y, sobre todo, que lo haga de una forma colaborativa que debería ser la envidia y un buen ejemplo para otras actividades.

El resultado de este trabajo, al que el Ayuntamiento de Zaragoza aporta 160.000 euros (volveré al tema presupuestario más adelante), son 16 conciertos de diferentes géneros en los que, como no podía ser de otra manera, se echan en falta cosas pero que viene marcado por la ausencia de giras de muchas bandas (las internacionales para empezar ni viajan). Y, sobre todo, servirán para recuperar un escenario como el Jardín de invierno del parque Grande José Antonio Labordeta que ya era hora de que acogiera una programación regular y recuperara parte del color que tuvo antaño. Del Rincón de Goya mejor ni hablamos.

Como apuntaba antes, el consistorio desde Zaragoza Cultural aporta 160.000 euros para la celebración del ciclo. Una cifra bastante aceptable (aunque siempre se echa en falta una apuesta quizá un poco más decidida) que va a permitir la celebración de este ciclo, sobre todo, para los gastos de producción y de acondicionamiento del terreno, pero que, en ningún caso, le asegura el beneficio económico a los promotores que son los que se jugarán a taquilla la validez o no de su propuesta. Por eso, es el momento de que el público zaragozano, en un verano tan diferente como es este, demuestre que quiere una programación cultural estival a la altura de la ciudad y que quiere ingresar en ese club de ciudades en las que se disfruta de conciertos al aire libre aprovechando las buenas temperaturas.