-Al protagonista le cuesta mucho comenzar con su nueva novela. ¿Es autobiográfico?

-Hay algunos paralelismos. Óliver es historiador del arte y escritor, y yo también soy escritor, aunque un poco más mayor. Sufre el bloqueo de escribir que tantos escritores han sufrido antes. A mí siempre me cuesta arrancar las tramas, aunque esta es mi cuarta novela. Yo siempre comienzo por el final: completo la copa del árbol y luego busco llegar hasta las raíces.

-¿Funcionan así muchos autores?

-Sé que algunos sí, pero otros empiezan a escribir sin saber lo que va a suceder al final. Si vas con la novela completamente estructurada, pierdes mucho. Yo tengo el inicio, el núcleo y el final, pero con mucho vacío en medio: eso es muy atractivo para la imaginación y para el escritor.

-No es tan bueno atarse a una idea fija…

-Eso es. Si vas con una idea fija en todos los capítulos, te pierdes la belleza de jugar con la imaginación. Hay veces que tienes que cambiar esa idea previa cuando te das cuenta de que no funciona: al descartarla, es cuando despierta toda la imaginación.

-Lo que sí es fijo es la estructura de los capítulos: todos arrancan con un breve diálogo entre los dos personajes principales.

-Son fragmentos que estaban dentro de la narración pero no me gustaba como encajaban y les busque otro espacio. Creo que le dan cierto toque de belleza. Entre la trama del thriller y la velocidad de la acción, poner una pequeña reflexión. Creo que es una pausa bonita, que sirve para conocer a los personajes.

-Óliver y Nora hablan mucho y muestran su posición respecto a la política, la sociedad o el medio ambiente. ¿Intenta advertir al lector de los problemas de la sociedad?

-El lector ya lo sabe. Quise jugar con esos temas que oímos todos los días por la edad de los protagonistas, que tienen 24 y 25 años. Son muy jóvenes y son, quizá, la generación más progresista de la historia. Aunque no se dan cuenta de que la anterior, en su momento, también fue la más progresista de la historia. Esto sucede así siempre. Cada generación va teniendo sus progresos, sus vicisitudes y sus complicaciones.

Creo que la tecnología, que es uno de los temas de los que hablan, es uno de los grandes avances de la humanidad junto a la rueda, la imprenta y la revolución industrial. Pero me parece que no lo estamos aprovechando lo suficiente y que está quitando mucho tiempo de reflexión y pensamiento.

-La novela se narra en pasado pero, de vez en cuando, salta al presente, con mensajes directos al lector.

-La parte en pasado es muy literaria, una forma clásica de narración. Con el presente quiero conseguir que el lector tenga la sensación de que Óliver te habla. Mezclar la narración con mensajes, para que parezca que lo escuchas, más que lo lees.

-Todo el rato es un juego temporal que no choca.

-No choca por las correcciones, porque lo he repasado mucho. La forma de contar la historia se adapta al narrador, un joven escritor de 25 años. Si el protagonista tuviera 60 años, la forma de contar la historia sería completamente diferente y eso es más complicado: meterse en la piel de un personaje de cierta edad cuesta más.

-Después de tanto repaso, cuando vuelva a leer la novela usará mucho boli rojo.

-Estoy muy satisfecho con el resultado final. Sí que cambiaría la primera novela, que la escribí precisamente con 25 años. Esta, ahora, no. Dentro de unos años ya te diré.

-Historia, arte, misterio y acción. Se mantiene en esta mezcla de elementos, como en sus anteriores novelas.

-Quería volver a la novela contemporánea. Me quiero quedar en este género para siempre. Se me ocurrió que sería maravilloso crear un universo en el que se mezclase la historia del arte, y más la del Museo del Prado, con el thriller. Así, poder inventarme una historia que tuviera elementos reales, como La Mona Lisa del Prado o el propio museo, y también intriga o misterio. Es complicado, pero maravilloso. Son dos elementos, la parte real de la historia del arte, que me fascina, sobre todo la leyenda popular que se crea en torno a las piezas artísticas.

-También hay humor, sobre todo en los momentos más críticos.

-Me resulta muy atractivo y travieso contar esas cosas. Ahí se ven los recursos narrativos para mostrar la personalidad de los personajes. Muchos rasgos de los personajes tienen que llegar al lector a través de sus intervenciones.