Hace algo más de una década, el esencial rapero Javier Ibarra, alias Kase.O, pasó de dar conciertos con dj a liderar una banda de jazz en pequeños locales. Lo que empezó casi como divertimento acabó en disco emblemático (Kase.O Jazz Magnetism), además de conciertos mucho más grandes. Anoche, Ibarra coronaba la jornada inaugural del Cruïlla con un revival de 10º aniversario de un disco suyo especialmente único. 

No, no estaba R De Rumba a los platos, sino una banda de jazz integrada por casi todos los músicos originales del proyecto. Nada de producción hardcore: sonido orgánico tanto jazz como funk, nueva reivindicación de Ibarra de los instrumentos reales. Vibraciones nostálgicas ya desde el divertido prólogo, un asalto con efectos wah-wah a la sintonía de Barrio Sésamo

Si algo no cambió respecto a un concierto tradicional de Kase.O, fue la transparencia y contundencia del sonido y las voces: se oían los ritmos, se podía entender lo que decía aquel líder sobre el escenario. Tras recordar su nombre (tampoco hacía falta) en Filosofía y letras, el zaragozano cabalgó con precisión y confianza sobre un colchón de funk psicodélico (Libertad, con saxo elegante de Hugo Astudillo), nos recordó la existencia del rap atlético (Presente) y tiró de hipnótico spoken word (en la parte inicial de A solas con un ritmo).

A este concierto no se venía solo a bailar: también había que perderse en la música. Para lo primero hubo tiempo, sobre todo, con un raro rescate de El círculo como Mazas y catapultas y, ya cerca del final, una funk Como el sol o esa Ringui dingui combinada con la mismísima Sopa de caracol. Para cerrar el círculo, con toda lógica, la Outro de El círculo, a la que precedió una incómoda alusión a la supuesta exageración de los medios con el coronavirus.