Por su labor de divulgación de la música tradicional entre el público familiar. Esa ha sido la razón que ha motivado a la organización del Festival del castillo de Aínsa a entregar en la presente edición el reconocimiento en forma de dragón a Mosicaires, un premio que pone en valor el vínculo y la aportación de los galardonados a este veterano encuentro cultural. La sorpresa subía al escenario de manos del alcalde de Aínsa-Sobrarbe, Enrique Pueyo, y era entregado por Pilar Amorós como parte de la dirección artística del evento. Se trata de una figura artesana única fabricada con materiales reciclados por los Titiriteros de Binéfar que representa el fuego, la vitalidad, la fábula y el cuento. El espíritu, en definitiva, del festival sobrarbense.

No era la primera vez que los Mosicaires de Graus mostraban su dominio de los instrumentos ancestrales y su facilidad para acercarse a niños y niñas a través de amenos relatos en el patio del museo de la villa medieval. De hecho, fue en este entorno donde la formación se presentaba hace años como proyecto que tantas alegrías cosecharía después. Tras los agradecimientos, el trío formado por Jorge Álvarez, Mónica Lorenzo y Alfredo Puy se lanzó a la aventura de Severino, joven habitante de una aldea aragonesa que emigra junto a su familia y emprende un viaje por la Iberia Impura.

Ese es precisamente el nombre que recibe el último trabajo de Mosicaires, una recopilación de temas en formato cuento-concierto familiar que recupera sonidos antiguos, cantos tradicionales, lenguas y herramientas de percusión empleados a lo largo y ancho de la península ibérica durante generaciones. Iberia Impura se configura como un emotivo abrazo a las gentes que habitaron y habitan las zonas rurales y que con su tesón han evitado que cayeran en el abandono. Es un ejercicio de escucha al variopinto territorio español, un canto que evidencia que Solo seremos si somos uno, como reza la canción de cierre.

El espectáculo acústico brinda la oportunidad de conocer, por ejemplo, la gaita de boto, la dulzaina, el chiflo, la flauta de hueso, el salterio o las castañuelas pirenaicas, e invita a los asistentes a participar haciendo uso de la voz, las palmas y el propio cuerpo. Dos niños del público, además, pudieron tocar, junto a los artistas, los palos de dance y el mortero, dando forma a una actividad lúdica a la par que educativa que logró completar aforo y atraer a públicos de todas las edades.

Jaime Ocaña, humor irreverente

Este sábado se completaba la programación con la actuación de Jaime Ocaña. Eran cerca de las 22.30h cuando comenzaban, en el foso del castillo, las Confesiones de una vedette furibunda, un monólogo teatralizado en el que La Vero, el personaje encarnado por Ocaña, mostró su personalidad de principio a fin: políticamente incorrecta, mordaz, irónica y provocadora ante un público que no quiso abandonar su silla en las casi dos horas que duró la actuación.

Contó extrañas experiencias con sus exnovios, imitó expresiones y acentos típicos de los entornos montañeses de Aragón, cambió de vestuario cuantas veces hizo falta y se atrevió a cantar acompañada de la guitarra y el piano. Fue, sin duda, una velada divertida que Jaime Ocaña supo manejar con la maestría de la experiencia y sus múltiples facetas, además del cariño garantizado con el que en otras ocasiones ha sido recibido el humorista, actor y director en Aínsa.