El próximo 22 de julio se cumplirán 100 años del Desastre de Annual, una de las derrotas más grandes de la historia de España. Un episodio bélico con personajes tan increíbles como el sargento Francisco Basallo, cuya historia recupera su nieto Alfonso, zaragozano, en El prisionero de Annual (Planeta).

-¿Quién fue Francisco Basallo?

-No fue militar de carrera, hizo la mili y regresó como sargento para la campaña de Marruecos. Llegó en 1918, tres años antes del desastre. Mi abuelo cayó en uno de los campamentos rifeños durante la retirada. Mataron a 900 españoles en la matanza de Dar Quebdani y él fue uno de los pocos supervivientes. De su experiencia en Annual, destacaba sobre todo su labor humanitaria: como jefe de su campamento de prisioneros, realizó trabajos sanitarios, defendió a mujeres y niños y creó una brigada para enterrar los cadáveres.

-La historia de su abuelo es una historia de casualidades.

-Todo le pasó por casualidad, sí. Es curioso, porque comienza a ser sanitario cuando se acerca a la enfermería para que le curasen una pequeña herida. Al ver el escenario, con heridos de bala y enfermos graves, se avergonzó y dijo que había ido a ayudar.

-También ayudó a los rifeños.

-Le pidieron ayuda médica, sí. De hecho, amputó un brazo al hijo de uno de los líderes rifeños, que le regaló después unas tortas y una gallina.

-¿Hablaba mucho con su abuelo de su época en Annual?

-Escribió unas memorias muy breves, con ayuda de algunos periodistas. Eran muy escuetas, por no meterse en asuntos turbios, porque el tema estaba siendo investigando por la justicia militar en aquellos tiempos. Las memorias han sido el punto de partida del libro, pero luego he investigado mucho por mi cuenta. Sí que contaba cosas, sobre todo tenía orgullo de la labor humanitaria que desarrolló durante el conflicto.

-¿Cómo fue la vuelta de los combatientes de Annual a España?

-Algunos fueron reconocidos, otros no. Mi abuelo sí fue recibido por todo lo alto, incluso nombrado hijo predilecto de Córdoba. No fue fácil identificar a los héroes, por las dificultades de buscar a todos los supervivientes. Hay personajes que no están claros, otros que sí.

-Su abuelo aparece, incluso, en Luces de bohemia, la obra de Valle-Inclán.

-Lo menciona Max Estrella comentando que, tras la muerte de Galdós, iba a ser propuesto a la Academia. Es una broma: no se puede comparar la obra de Galdós con las memorias de mi abuelo. La broma refleja la popularidad que tenía en ese momento.

-¿Recibe el Desastre de Annual la atención que merece?

No creo. Es un evento muy importante, un desastre tan grande que provocó, en parte, la llegada de la dictadura de Primo de Rivera y la caída de Alfonso XII. También influye en la llegada de la Segunda República, porque era un tema muy impopular, sobre todo entre las clases trabajadoras. Pero la Guerra Civil, el gran conflicto del siglo XX en España, lo eclipsa.

-¿En qué género colocaría a El prisionero de Annual?

-Es un reportaje periodístico, aunque se puede leer como una novela. Es entretenido y he procurado que el estilo sea el más ágil posible. Además, está escrito en primera persona, como si yo fuera mi abuelo. La primera persona es un ejercicio de imaginación, de intentar mostrar cómo reaccionó él a sus experiencias. La primera persona engancha mucho al lector, es muy directa y expresiva.

-¿Es este el libro más especial de su carrera?

-Sin duda. Por haber tratado con mi abuelo: lo tomé como una deuda pendiente con él. Es mi libro más personal, junto al que escribí con mi mujer.