Fue un espectáculo de contrastes. Los disparates de Goya, el homenaje de Sergio Muro y Joan Pascual a una de las etapas más oscuras del genio aragonés, ha teñido de negro el escenario de la nueva cúpula geodésica del parque de la Granja. La oscura escenografía, adornada con toques rosas, chocaba con la naranja luz del sol de las últimas horas de la tarde zaragozana.

Arrancó el espectáculo con una biografía, interpretada en primera persona, del artista de Fuendetodos. La vida de Goya, sus enfermedades, sus dilemas y sus locuras fueron expuestas a un público que estuvo atento a la función desde el primer momento. Mientras los asistentes escuchaban el surgimiento de los disparates, los actores, enfundados en sábanas blancas, hicieron acto de presencia. Con el piano, la batería y la voz, todo en directo, ya afinados, la locura fue la última en incorporarse al show.

Resonó el metal, el público entró en la dinámica y, tras las dudas de las escenas iniciales, el show dio comienzo. Gritos, carreras, discusiones y golpes ocuparon el escenario en un desconcierto que recordaba a los oscuros grabados homenajeados en la tarde de ayer. El atrezo, que incluía sillas, mesas, lienzos y espejos, completó una escenografía que los personajes no dejaron de utilizar.

La primera parte de Los disparates de Goya estuvo marcada por un loco juego de las sillas y un baile con las sábanas en busca de una transformación que nunca llegaba a completarse. La inesperada aparición de una bailarina, que calmó la ajetreada velocidad de sus compañeros, dio un tono clásico al resto del espectáculo.

Una coronación fallida, en la que todos los personajes peleaban por un improvisado trono, desató las primeras risas del público, con el que se comenzaba a interactuar. Insultos y bromas entre los personajes y las primeras reflexiones sobre la existencia del ser humano y su papel en la sociedad.

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'Los disparates de Goya' en la cúpula geodésica de La Granja

Mientras, los dos maestros de ceremonias jugaban con los asistentes, lanzando bocetos, retratando la obra en un lienzo y reflejándolos en un espejo. Un divertimento entre artistas y público que reunía a todos en la locura de los disparates de Goya.

Y justo cuando más animada estaba la obra, con aplausos y música alegre, la muerte. Un gigantesco esqueleto apareció en escena y la diversión terminó. La tenebrosa aparición fulminó a todos los personajes sobre el escenario y el ritmo de la función cambió radicalmente. Más lento, más grave, más enfermo. La tristeza, el miedo y el silencio se hicieron con las tablas hasta la caída de la noche.

El espectáculo cumplió con su cometido. Durante una hora, Muro y Pascual, junto a los actores y los músicos, convencieron a todos los asistentes de la locura del artista aragonés más universal. La función supo recrear el agobio sufrido por Goya en la creación de una de sus etapas más oscuras. 

Los disparates de Goya ha llenado todas las localidades disponibles en el nuevo escenario del parque de la Granja. El espectáculo celebrará su segunda función el domingo 18, en el mismo lugar, a partir de las 12.00 horas. Las entradas para esta segunda representación también están agotadas.