La monumental colegiata de Bolea acogió la noche del lunes otro de los conciertos organizados por la Diputación Provincial de Huesca (DPH) para el XXX Festival Internacional en el Camino de Santiago. Los músicos de su alteza presentaron ante el público allí presente su programa Caprichos. Música en tiempos del joven Goya, un suceder de piezas musicales que fueron compuestas y estrenadas cuando el pintor aragonés era todavía mozo. Según explica la formación “Goya era un joven, aficionado a la música como a toda clase de espectáculos y placeres que constituían la buena vida (a la que alude en una carta a su amigo Martín Zapater, cuando habla de campicos y buena vida)". Una afición que disfrutaba antes de desarrollar su sordera, y que manifestó con el uso de imágenes musicales en sus obras pictóricas.

Los encargados de interpretar estas composiciones fueron la soprano murciana Olalla Alemán, y el músico zaragozano Luis Antonio González al clave. Una formación minimalista, apropiada para la música de cámara, música de proximidad, con unas interpretaciones muy íntimas que maravillaron a los asistentes, y que sin duda dejaron con ganas de más. El repertorio, compuesto por autores y obras más y menos conocidas, comenzó con el bilbilitano José de Nebra, del que cuenta la formación es “seguramente el más relevante compositor español del siglo XVIII, a quien tal vez Goya llegara a conocer personalmente”. Además, decidieron cambiar una de sus composiciones por una sonata perteneciente a su sobrino, el organista sevillano Manuel Blasco de Nebra.

Los compositores José Ferrer y Joaquín Laseca también formaron parte del repertorio con sus sonatas. Así como la curiosa y burlesca El cuco y el antecuco, una jota de picadillo, escrita por el catalán Francisco Javier Gibert, maestro de Capilla del Monasterio de las Descalzas Reales, en Madrid. Una pieza de 1799 que explican es “seguramente la más antigua conservada y conocida en la actualidad que, recibiendo el nombre de “jota” en la fuente musical, posee una música que todos reconocemos al instante como una jota aragonesa”. Un programa muy variado con música teatral, popular y también piezas más elaboradas de salón. Asimismo, también fueron destacables las composiciones de Wolfgang Amadeus Mozart y Joseph Haydn. Este último, según explican “fue el compositor más difundido de su época, y Goya, como cualquiera de sus contemporáneos cultos, conoció música suya”.

Nuevos proyectos de alternativa

Los músicos de su alteza presentaron este programa al hilo del 275 aniversario del nacimiento de Francisco de Goya. Un programa que como ellos afirman es “un viaje, un camino que lleva por varios países y por diferentes géneros de composición”. Un viaje paralelo al de los caminantes del Camino de Santiago, que para ellos son una metáfora de la vida. La formación agradece la existencia de este tipo de festivales para que pueda seguir viva la cultura, a la que consideran “un bien de primera necesidad, no solo obviamente para que quienes nos dedicamos a ella podamos comer, sino que es un alimento espiritual irrenunciable para la vida humana”. Saben que aún queda mucho para recuperar el ritmo existente antes de la pandemia, pero gracias a la generalización de las vacunas han podido ir retomando la actividad musical.

Sin embargo, han sabido aprovechar los tiempos en los que se vieron obligados a reducir su cantidad de actuaciones en público, para iniciar otros proyectos. “Hace poco tiempo se estrenó el documental Nebra. El triunfo de la música de José Manuel Herraiz, en el que se narra el proceso de recuperación de la ópera Venus y Adonis de Nebra por Los Músicos de su Alteza”, comparten desde la formación. Además, dentro de poco presentarán un nuevo disco con piezas dedicadas a la música italiana del Seicento. Por último, también comentan que “hace unos meses presentamos en concierto nuestro primer Beethoven “históricamente informado” y próximamente ofreceremos una versión semiescénica de una zarzuela de Nebra, Donde hay violencia no hay culpa”.

Los músicos de su alteza ponen en valor la profesionalización cada vez mayor que existe en el mundo de la música antigua. “Hay más músicos con magnífica preparación técnica, cada día surgen nuevos solistas y grupos muy competentes”, analizan desde la formación, no sin mostrarse ciertamente preocupados por la idea de que “actualmente hay más estandarización y menos investigación experimental real en el terreno de la música antigua; se están explorando (desde hace muchos años) terrenos de fusión con otros tipos de música, pero falta aún mucho por hacer en otros campos elementales, como el estudio crítico de fuentes, la investigación organológica, y su aplicación a la práctica”. Y como casi siempre se puede sacar el lado positivo, se muestran optimistas, pues esto quiere decir que no les faltará trabajo.