El talento aragonés ha vuelto a quedar reflejado en los últimos meses a nivel mundial. Neon Hat, de Entalto Studios, es un videojuego arcade y de realidad virtual que ya se vende para PlayStation a nivel mundial. Pero también ha hecho historia para la comunidad, ya que es el primero al que se puede jugar en aragonés. Aunque su trama, que trata de conducir para moverte por internet e intentar acabar con un virus, no tiene demasiada narrativa, todos los menús y opciones están disponibles en la lengua de la comunidad además de en castellano, inglés, alemán, francés e italiano.

Neon Hat comenzó siendo un proyecto de amigos que se conocieron en la Universidad de San Jorge, en el doble grado de Informática y Desarrollo de Videojuegos. Es decir, fue primero el huevo que la gallina. “Cuando vimos que teníamos una idea viable decidimos crear una empresa para poder lanzar el producto al mercado”, cuenta Javier Verón, uno de los componentes de este grupo de jóvenes. Le acompañan Enrique Martínez, Jorge Chueca, Enrique Cubero, Manuela Buschmann, Sergio Jimeno, Pablo Artiga y Gonzalo Gámiz. El bilbilitano, en concreto, se ha encargado de la programación del videojuego.

Recuerda que todo comenzó en marzo de 2020 sin saber hasta dónde llegarían. Trabajaban con realidad virtual y tenían claro que querían “que la mecánica de vuelo fuese el centro”. “Lo fuimos puliendo hasta que conseguimos un movimiento que se siente súper bien”, explica Verón. “Hemos conseguido un vuelo súper intuitivo que cuando entiendes bien cómo controlarlo sientes realmente que estás allí, moviéndote a toda pastilla”, comenta orgulloso el informático. Fue mientras trabajaban en esto cuando se integraron en una aceleradora de empresas y, en ese punto, comenzaron también las relaciones con PlayStation.

Adentrarse en el mundo empresarial era algo nuevo para ellos, aunque en la universidad ya habían tenido "experiencias en la creación de empresas" y el CEO, Enrique Martínez, "se ha encargado de gestionarlo todo", cuenta. Un proceso de aprendizaje que se ha salido del ámbito educativo y que ha obligado al grupo a tener que separar las relaciones de amistad y las laborales en algunos momentos. “Cuando vamos a trabajar, no vamos a estar de colegueo”, ríe Verón y añade que aunque utilicen lenguaje coloquial y se llamen por motes la mayor parte de las conversaciones en el trabajo son sobre el proyecto.

Además, la creación de un videojuego requiere de mucha coordinación: “Es una disciplina muy complicada dentro del arte porque tenemos que atender a ámbitos muy diferentes”. Se han repartido las tareas para que todo quede cubierto. Se compone de dos programadores, un programador gráfico que también ha actuado como productor, un escritor que también ha ayudado en la producción, dos diseñadores y un artista al que ha ayudado también uno de los diseñadores. La octava componente no ha podido participar en este proyecto pero ha ayudado económicamente y en su próxima aventura sí contarán con ella.

Una captura de pantalla en plena carrera del videojuego Neon Hat. Neon Hat

“En las empresas de videojuegos independientes toca hacer un poco de todo, yo también he diseñado un poco”, explica. La mayoría son recién graduados. Faltan por sacarse el título cuatro personas, pero tres de estos tienen ya la parte de Ingeniería Informática y tan solo les falta presentar el Trabajo de Fin de Grado de su segundo grado, el de Desarrollo de Videojuegos. El año que viene todos habrán acabado la carrera. Por parte externa, han recibido ayuda para la creación de la banda sonora, que la ha hecho un colaborador, el catalán Joaquim Camps. Verón precisamente cree que este apartado, junto al de la mecánica de vuelo, son los más fuertes de su proyecto.

Una captura de pantalla de una pelea contra un bot, del videojuego Neon Hat. Neon Hat