Antes de que el primer faraón tomara el mando en Egipto, eran los dioses los que gobernaban y, como consecuencia de ello, estos no eran más que la conexión terrenal con los dioses. Por eso, estos no dudaron en construir grandes templos a lo largo de todo el país para que se les rindiera culto y que los dioses estuvieran bien cuidados. Para ello, los faraones tenían que construirse una identidad que le asemejara a los dioses y que no le hiciera dudar al pueblo de su conexión. Faraón. Rey de Egipto trata de desvelar esta cultura milenaria y lo hace a través de 137 piezas (esculturas, elementos arquitectónicos, joyas y otros elementos rituales) que esconden la realidad de una civilización que sigue apasionando miles de años después. La muestra, que hoy se ha inaugurado en el CaixaForum y que se realiza con la colaboración del British Museum, ha sido presentada por el director del centro, Ricardo Alfós; y por su comisaria (vía streaming), Marie Vandenbeusch.

Dividida en nueve ámbitos, la exposición examina la figura del monarca egipcio desde todos los puntos de vista: como ser divino, situado en el centro de la estructura social, a cuyo alrededor se articulan símbolos y creencias que van más allá de la existencia terrenal; en su vida de palacio, rodeado por su familia; como gobernante y como guerrero, e incluso pone de relieve que el origen de los faraones no fue siempre egipcio.

La visita se inicia precisamente con una de las piezas de más valor, la cabeza del faraón Tutmosis III, «que fue el que llevó el rol de faraón al máximo», junto a la figura de Mentuhotep II, que fue el que reunificó Egipto tras un largo periodo de agitación. Tras esta primera sección de la exposición en la que se introduce la figura del faraón, la muestra revela cómo era esa conexión con los dioses. Los soberanos hacían constantes referencias a su relación con el mundo divino para justificar su derecho al trono y se aseguran que «se les reconozca como un Rey pero con características diferentes al resto de la población», explica Vandenbeusch.

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Exposición 'Faraón. Rey de Egipto'

La exposición también se detiene en los templos donde los faraones «se aseguraban el equilibro y poder mantener la integridad del país garantizando un hogar a los dioses». En el CaixaForum se puede contemplar como ejemplo un destacado relieve de un templo del faraón Ptolomeo I y una serie de losetas del palacio de Ramsés III. Junto a esto, los reyes construían palacios por todo el país donde iba viajando con toda la familia (no eran pequeñas, Ramses II pudo llegar a tener 40 hijos y otras tantas hijas) y en los mismo se podían encontrar piezas de joyería y decorados dinámicos. La estatua del funcionario del gobierno Sennefer es otra de las piezas destacadas de la muestra que también se detiene en el poder de los funcionarios. En esta escultura de Sennefer se puede ver que estos «dejaban inscripciones con nombres y cargos y pidiendo que le hicieran ofrendas a los dioses en su nombre».

Aunque en los documentos oficiales no se encuentra alusión a derrotas y todos los palacios y templos estaban decorados con escenas de guerra en las que los faraones salían victoriosos, lo cierto es que «no todo salía según los planes establecidos» y la diplomacia también ocupaba un papel importante en el Egipto de la época. En la iconografía principal, «se representa siempre a los enemigos como prisioneros», asegura la comisaria.

Alejandro Magno es el claro ejemplo de que también llegaron a ser faraones personas no egipcias aunque tal y como se puede ver en el CaixaForum, «continuaron con la tradición porque es más fácil gobernar un país así que establecerlo desde cero y eso implica también mantener la forma de las representaciones», señala Vandenbeusch.

En la última sección de la exposición se aborda la vida eterna y es que la obsesión de los faraones era garantizarse «continuar viviendo en el más allá», de ahí las momificaciones y los sarcófagos e incluso los más atrevidos apostaban por los ushebti (monumentos funerarios) «para no tener que trabajar en la próxima vida».

La exposición, que cuenta con un programa complementario de visitas y de conferencias como es habitual en el CaixaForum, se podrá visitar hasta el 9 de enero. 

«Había faraonas pero no estaban tan bien vistas como los hombres»

Uno de los rasgos de la civilización egipcia y que a veces se pasa por alto es que los faraones no siempre eran hombres, también había faraonas, aunque la comisaria Maraia Vandenbeusch profundiza sobre el tema: «No estaban tan bien vistas como los faraones pero hay casos de mujeres que van ganando poder hasta convertirse en faraonas, aunque se representaban como hombres». De hecho, también explicó como curiosidad que en la exposición hay piezas en las que hay inscripciones con nombres de faraonas que se habían intentado borrar pero algunas de ellas aún se mantienen. Este es otro de los atractivos que desvela la exposición ‘Faraón. Rey de Egipto’.