Cuando Sara Barquinero (Zaragoza, 1994) se encontró un viejo diario en la calle sabía que tenía una historia que escribir. En un viaje temporal de dos décadas, esta joven filósofa descubre y reflexiona en Estaré sola y sin fiesta (Lumen) sobre el amor, la obsesión y las relaciones personales a través del contenido del diario.

-Ya no se escriben diarios, por lo que recuperar la historia viva es más complicado.

-Pero escribimos otras cosas. No escribimos en papel pero mandamos Whatsapps y correos. La tecnología cambia nuestra relación con el pasado, sobre todo porque pensamos que estamos ante algo nuevo. Lo que importa no es el material y sí el contenido emocional. A mí, por ejemplo, me parecería precioso encontrar un blog que alguien utiliza para sus pensamientos o como diario. Rastrearía la IP, buscaría quién hay detrás... Y también sería algo romántico.

-¿Qué es el amor?

-Creo que hay dos formas de comprenderlo. La primera, como forma positiva, tender hacia ser más y a atraer a la gente. Esa es la concepción platónica. La segunda, el amor comprendido como obsesión o dolor. Tendencias a la unión o a la separación.

-Hay amores tóxicos, relaciones sostenidas por el sexo y gente que sabe que es para una sola noche. ¿Cómo ha construido cada una de las relaciones del libro?

-Hice una especie de mapa de las formas de relacionarse que son más comunes hoy en día. Era presentar las diferentes maneras de amarse frente a la forma totalizadora de Yna (la autora del diario) que no es amada por Alejandro. Tampoco quiero ser benévola con mi tiempo, porque creo que la falta de atadura a nada nos hace ser negligentes con la gente que nos quiere.

-Por ejemplo, la protagonista no ama a su novio y él está obsesionado con ella.

-No me interesaba tanto como él tenía la visión romántica, sino como ella se acercaba desde el desapego absoluto. Es algo que se ve desde la primera línea: se sabe que ese chico no le importa nada. En nuestra generación sigue habiendo remanentes tóxicos, pero creo que tendemos a tomar cada vínculo como algo prescindible. Por una parte está bien, porque te permite escapar. Pero, por otra, ¿se puede tener una experiencia completa del amor si piensas que la relación es prescindible?

-Hay gente que se considera más inestable cuando tiene pareja y otra que achaca la inestabilidad a la falta de la misma.

-Creo que la gente tiene que aprender a estar bien sola para estar bien dentro de una relación. Pero construir una personalidad que te permita estar bien en soledad dentro de esta sociedad es muy difícil, porque seguimos viendo como hay espacios que están hechos para las parejas. Me gustaría pensar que el amor sirve para que dos personas estén juntas y felices; y no que sirva para añadir una incertidumbre a nuestras vidas.

-En cada página obliga al lector a reflexionar sobre el amor.

-No quiero que el lector sienta que hay una moraleja. No me centro tanto en que piensen sobre el amor o la relación entre uno y otro, sino en la soledad. Reflexionar sobre la vulnerabilidad de los cuerpos y descartar que la soledad es un espejismo, porque la obsesión romántica también te puede hacer sentir solo.

-¿Cuánto le ha ayudado la filosofía para escribir la novela?

-La filosofía es mi forma de acercarme a la vida. Es lo que más me gusta. Pero no creo que haya lucido una narrativa filosófica en este libro.

-¿Pudo descubrir algo más sobre la autora del diario?

-Descubrí muy poco. Lo intenté, paseé por Zaragoza e investigué en redes sociales, pero no conseguí nada. No hay ningún dato más, por eso todo lo que aparece en el libro es ficción.

-Si hoy se encontrase con ella, ¿qué le diría?

-Realmente querría escucharla. Toda mi verborrea de 300 páginas tiene que ver con que no sé lo que pasó de verdad. Quizá lo que sucedió no tiene nada que ver con lo que he escrito. Solo espero que no se enfadase.