Convertir la derrota en victoria y hacer negocio de ella es probablemente uno de los mayores sinsentidos de cualquier deporte y, seguro, casi más complicado que salir victorioso de cualquier Giro de Italia. Algo que hizo Luigi Malabrocca en los años 40 en los que logró ganar más dinero consiguiendo la maglia nera (que se le otorgaba al último clasificado) que casi todos los participantes exceptuando los dos primeros clasificados. Rafa Blanca le da vida más de 70 años después y (desde hoy jueves en el Teatro del Mercado de Zaragoza donde estará en el domingo) consigue que interpretar a más de 30 personajes en el escenario parezca algo muy sencillo cuando la realidad es que el simple hecho de saber estar en un escenario es algo solo reservado a los mejores.

Rafa Blanca, dirigido por Alberto Castrillo-Ferrer, construye un monólogo (de casi hora y media sin tregua, lo que aumenta exponencialmente el mérito de sus propuesta) en el que repasa la gesta deportiva de Luigi Malabrocca en una Italia de la picaresca en la que, por un lado, el ciclismo era un sentimiento nacional y, por otro, la supervivencia era casi el día a día de millones de transalpinos.

Y es que Malabrocca sobrepasa con creces la propuesta deportiva y junto a esa primera capa de comedia en la que el público menos exigente se quedará, aparece un trasfondo en el que ser el mejor en lo tuyo (en este caso, en llegar el último) no es más que un reflejo de una sociedad que trataba de respirar. Para ello, Rafa Blanca plantea una producción construida en torno a seis etapas en las que hay tiempo para la compasión, la alegría, la risa y hasta el llanto. Un excepcional trabajo apoyado en el audiovisual que no solo sirve como enlace entre algunas de las escenas sino que, además de permitirle el lógico descanso necesario al propio actor, se utiliza de manera muy eficaz para incrementar la tensión en determinados momentos y, sobre todo, para que la imaginación del espectador, esa que se puede echar a volar con absoluta libertad en el teatro, sepa hacia donde viajar.

Italia es el lugar donde sucede esta picaresca pero es en el Teatro del Mercado donde Malabrocca (o mejor dicho, Rafa Blanca) vuela muy alto para reivindicar que lo que parece sencillo lleva mucho trabajo detrás. La pregunta de cómo acabó la carrera deportiva de Malabrocca la dejamos como cebo para ver el monólogo.