Ha sido el año más complicado para el sector cultural pero para Raúl Gutiérrez, Rulo, la gira que este domingo se cierra en la sala Mozart es «más emocionante que difícil». Con unos registros que pocos músicos nacionales han podido firmar –más de 40 conciertos en solo cuatro meses-, Rulo y la Contrabanda se despide de su público en Zaragoza para enfilar nuevos proyectos. «Necesitamos un tiempo de descanso», señala el artista, que estará alejado de los escenarios durante el próximo medio año, «con la excepción de una gira por Latinoamérica».

-Su concierto estaba preparado para El bosque sonoro, pero las circunstancias les han llevado a la sala Mozart.

-Nunca hemos tocado aquí. Es un año muy extraño, entre nosotros le llamamos la gira sobresalto. Pese a todos los problemas, decidimos en su día salir y no dejar de tocar. Ya se ve la luz al final del túnel y, por otro lado, me da un poco de rabia: terminamos cuando la gente ya se puede poner de pie. Es una gira que no vamos a olvidar nunca.

-Cuando vieron que una gran tormenta les privaba de tocar en el festival, se echarían las manos a la cabeza: todo eran problemas.

-Ya era algo increíble. Lo único bueno que ha tenido esta gira es que, al adaptar los conciertos, hemos tocado en sitios en los que normalmente no haríamos nuestra música. Es algo bonito también, nuevos sitios con magia y clima mucho más especiales. El concierto de hoy es una metáfora contra todo, una especie de rebelión, porque queremos hacer conciertos cueste lo que cueste.

-¿Se acostumbra uno a los formatos acústicos o reducidos?

-Es lo que ha tocado. La pandemia nos ha hecho querer cosas más pequeñas, más íntimas y recogidas. Ahora que ya estamos en el final queremos una sacudida, algo que nos despierte; por eso nosotros nos apartamos. Nosotros hemos ido evolucionando durante este año: hemos ido mutando del acústico a algo más eléctrico, algo con más ritmo. Por ello, este parón se hace para que cuando volvamos lo hagamos con nuestra versión más eléctrica.

-¿Está contento con ‘Basados en hechos reales’, el disco del que hoy se despide sobre el escenario?

-Ha sido la primera vez que me he atrevido a grabarlo fuera de España. Lo defendimos ante la prensa, hicimos algunos conciertos y cuando iba bien, se truncó todo. Estoy muy contento porque he cantado este disco y no podía sacar algo nuevo sin tocarlo. Han sido casi 65 bolos con este disco y con esta difícil situación: es como de coña. Me siento tranquilo y contento con este disco, que es uno de los más importantes de mi carrera.

-Un disco con una apuesta muy fuerte, incluyendo acústicos y colaboraciones.

-Como siempre. Siempre voy a por todas. En todas las carreras el disco más importante es el siguiente. Lo piensas de todos los trabajos. Este era importante porque funcionaba muy bien y estamos contentos por poder tocarlo y cerrar en un lugar tan mágico como la Mozart.

-Hace solo unos días lanzó su primer libro de poemas. No para.

-No me atrevo a llamarme poeta, es un traje que se me queda muy grande. Soy un escritor de canciones, cosa que hago desde los catorce años. Había cosas que tenía guardadas que no caben en las canciones, a las que no les queda bien el corsé de la música. Me animaron a hacer algo y ha salido esto: unos escritos, variados, en los que demuestro que me lo paso bien mientras escribo.

-¿Prefiere escribir canciones o estos textos?

-Con las canciones sufro, este libro solo me ha dado placer. Con la música me pasa a veces que estoy un tiempo sin sacar una nueva canción y me siento la persona más infeliz del mundo. Con estos escritos no me pasa. Siempre acudo a la escritura como refugio, como algo que me sienta bien a mí y me ayuda. Ahora es el momento de que la gente decida si quiere hacer suyos mis textos.

-Escribir es su trabajo y también su forma de relajarse. ¿Lo lleva bien?

-Sí, es lo que tengo que hacer. En los textos solo encuentro placer y en la música veo mi trabajo. No depender de tener que adaptarme a una melodía es lo que me relaja de escribir cosas para mí. Hacer una canción es muy fácil, hacer una buena canción es muy complicado.

-Terminada la gira y el libro, ¿ya piensa en el próximo proyecto?

-Tengo la siguiente gira ya pensada al completo: diseño, estructura y todo. Como dice un amigo mío, si no tienes proyectos estás muerto. Por eso nunca dejo de hacer cosas. Volveremos con una música mucho más eléctrica, para darle al público esa sacudida de la que hablábamos antes, que es lo que se empieza a necesitar.

-¿Le pedía su público la vuelta a los sonidos de La Fuga?

-El público no es solo uno y habrá gente que prefiera una parte de mí y otra gente que prefiera otra. No puedes escuchar al público: bastante tengo con aguantarme a mí. Dentro de mí tengo a un cantautor y a un cantante de rock que no paran de pegarse puñetazos entre ellos. No me gusta elegir, por lo que hago un poco de todo. En invierno, cuando la piel necesita más contacto y está más sensible, hacemos un espectáculo más cercano; pero en verano no puedo hacer nada de eso. Esta gira es la demostración de las dos caras que tenemos en el grupo.