Variante ortográfica de mixtura, mistura (sustantivo y tercera persona del presente de indicativo del verbo en desuso misturar) da nombre a un festival, cuya cuarta edición se ha celebrado en Etopia del jueves al sábado pasados, que trata sobre la cultura de la mezcla, de la resignificación, del apropiacionismo, en suma, ejercicio que, como explica Agustín Fernández Mallo en su estimulante ensayo Teoría general de la basura, “la profanación –la apropiación- no destruye el original, sino que añade significados, amplía el campo semántico del objeto”.

La entretenida charla de David Pareja Un señoro contando qué coño hace en TikTok, sobre las múltiples opciones de creación que permite esta red social, dio paso el sábado a la oferta de Los Voluble, con Gnomalab en la parte visual. Brillantes Los Voluble, conceptual y musicalmente en su reformulación musical, su apuesta, en combinación con el espléndido trabajo visual de Gnomalab, alcanzó notabilísimos niveles de ingenio, de reflexión y, por supuesto, de entretenimiento. Todo un paradigma de que cuando hablamos de cultura de la remezcla no estamos haciendo un chiste sino una incursión con sentido en los parámetros artísticos del siglo XXI. Bien por ellos.

El viernes fue el turno de Mery Cuesta con la conferencia Las siete vidas de El Torete: Itinerarios de los iconos populares en la cultura digital. Ilustrada y didáctica en la narración del ascenso de El Torete (ya saben, el delincuente actor que triunfó en el llamado cine quinqui), Cuesta, tal vez por no gestionar bien de tiempo, no dejó muy claro cómo el icono pasó de lo analógico a lo digital. Y la música la puso ese dúo que responde por Volante de la Puebla, sin duda un remix del nombre del torero Morante de la Puebla. Gamberros, pero menos de lo que ellos creen, los componentes de Volante de la puebla no aspiran a mucho: solo a hacer pasar un buen rato al espectador, insertando sobre una base tecno fragmentos de piezas de El Cabrero, Rosalía, Lole y Manuel, Kiko Gaviño, Pepe el Trompeta, José El Ciego, Chayanne… y con unos visuales de factura algo pedestre.

Por cierto: en una onda menos digital, y sin relación con el festival, Los Gandules (estos sí, provocadores sin contemplaciones) también ofrecieron en La Casa del Loco, a un público entregado, su modelo de mistura. Todo un descacharre, que tuvo uno de sus momentos de oro en la reinterpretación de Smooth Criminal, de Michael Jackson.

En Perú, desde la época del virrenato, se llama mistura a un pequeño ramo de flores de diverso tipo y color (de la ahí letra de La flor de la canela, de Chabuca Granda). Me apropio pues, para el título de esta crónica de esos versos de la letra que nos dice “Derramaba lisura y su paso dejaba / aroma de mistura que en el pecho llevaba”.