Performer, escritor y sobre todo un músico tan prolífico como incatalogable, Francisco Contreras, más conocido por su pseudónimo artístico de Niño de Elche, está inmerso en un sinfín de proyectos. Solo este año ha publicado dos discos: Memorial de cante en mis bodas de plata con el flamenco, en abril, y La exclusión, en octubre. Ha escrito las memorias Posesiones de un exflamenco y el poemario Llamadme amparo, al tiempo que protagoniza el documental Canto Cósmico. Niño de Elche, que se adentra en su figura como artista. Además, estos últimos meses ha retomado la gira con Fuerza Nueva, el proyecto que impulsó junto a Los Planetas (iban a ofrecer un concierto el pasado sábado en Zaragoza, pero se tuvo que cancelar por un accidente de moto que sufrió el cantante de la banda granadina). Fuerza Nueva echó a andar en octubre de 2019 con un disco en el que revisitan canciones populares como El novio de la muerte.

-¿Es usted la peor pesadilla para los puristas del flamenco?

-Pues alguna vez me lo han dicho (risas). Que ellos me califiquen de pesadilla es un piropo para mí. No les tengo ningún cariño a los puristas del flamenco, así que incluso siento algo de regusto si lo pasan mal y no pueden dormir por la noche (risas).

-¿Qué siente acerca del lugar que ocupa actualmente en el flamenco?

-Yo hace un tiempo decidí que ya no soy flamenco sino exflamenco, y eso para mí es irreversible; después de todo, me temo que hay vicios y modos de pensar conservadores que desgraciadamente no van a desaparecer de ese mundo. Por otra parte, también es cierto que la irracionalidad y la insensatez es parte de lo que le da al flamenco su razón de ser. Es un mundo de pasiones y delirio, y tratar de pensar en él desde la razón y la lógica es perder de vista el sentido mismo de su existencia.

-¿Cuánto hay de voluntad de confrontación en su proyecto artístico, no sólo contra la ortodoxia del flamenco sino contra los convencionalismos en general?

-Anteriormente, yo era mucho más reaccionario. Hoy, en cambio, simplemente intento generar realidades paralelas. Supongo que eso basta para despertar odios y escepticismos; en cuanto creas algo que no es catalogable ni etiquetable te arriesgas a sufrir los ataques de las instituciones, los críticos, los programadores, el público y hasta tus compañeros. Pero no quiero caer en el victimismo, y no soy seguidor de poetas malditos e incomprendidos. Siempre he creado con el objetivo de llegar a la gente, de unir a las personas, de contribuir a la sociedad. Creo que se trata de la faceta de mi personalidad que es más de izquierdas.

-Fuerza nueva, el proyecto impulsado junto a Los Planetas en el que revisitan canciones populares, ha vuelto a la carretera estos últimos meses. ¿Cómo surgió la iniciativa?

-Comenzamos con la idea de partir de canciones del repertorio popular y tradicional que nos ayudaran a encontrar nexos en común. Y a partir de ahí fuimos conformando un pequeño repertorio y dando forma al proyecto junto a Pedro G. Romero. Nos lo hemos pasado muy bien en esta gira y el proyecto ha sido muy serio.

-¿La pretensión también era agitar conciencias y provocar?

-Provocar como tal no es uno de los motores de nuestra forma de crear. Lo que ocurre que cuando trabajas con según qué temáticas o términos, ya sabes que puede haber una respuesta. No somos ingenuos y sabíamos que esto podía generar controversia, pero no lo hicimos buscando eso.

-¿Qué reacción les sorprendió más?

-Nos sorprendió mucho la de los independentistas catalanes. A todos nos llamó la atención que fuesen los más indignados, sobre todo por su grandilocuencia y el volumen de su reacción.

-¿Todo proyecto artístico es en el fondo político?

-Por supuesto. No solo cualquier proyecto artístico, sino todo. Esta conversación también es política. Luego puedes ser más concreto en las cuestiones de ideología o de partidos, pero todo hecho es político. A mí, lo que más me asusta ahora tras esta pandemia es que ciertos lógicas conservadoras y reaccionarias se queden en nuestra forma de mirar el mundo y en nuestro día a día. Un debate que va más allá de izquierda y derecha y que sobrepasan los asuntos partidistas.

-¿Qué recorrido tiene a partir de ahora Fuerza nueva?

-Nos gustaría retomar el proyecto en un futuro, pero no sabemos lo que pasará. Yo me lo he pasado genial, es muy catártico tocar con ellos en directo. La posibilidad de un nuevo disco no lo hemos pensado todavía, aunque siempre está ahí el anhelo.

-Ha asegurado en alguna ocasión que en Fuerza nueva ha cantado más flamenco que nunca.

-Eso es por la influencia de Los Planetas que son más flamencos que yo, por lo menos Jota (risas).

-¿Y le ha gustado la experiencia de cantar tan flamenco?

-Me ha gustado tanto que el próximo disco que voy a grabar en 2022 es de flamencos (risas).

-Acaba de estrenarse el documental ‘Canto Cósmico. Niño de Elche’, que se adentra en su figura como artista. Cualquiera que conozca su obra podrá adivinar que, dado que usted es su protagonista, este no es un documental al uso...

-Claro. Puesto que mi filosofía creativa se sostiene sobre la búsqueda de la heterodoxia, de lo irregular, de lo contradictorio y lo paradójico, no habría tenido mucho sentido hablar de ello a través de un lenguaje cinematográfico convencional. También es cierto que han pasado siete años desde que se me propuso hacerla, y que yo he cambiado mucho. Mi propuesta artística se estaba formando, y yo no tenía ninguna certeza sobre lo que era y lo que no era capaz de hacer.

-En un momento de la película, usted confiesa que durante toda su vida ha sentido miedo, a casi todo. ¿Cómo ha influido ese miedo en quien es actualmente Niño de Elche?

-Para mí el miedo fue un trauma, y en cierto sentido lo sigue siendo, pero la práctica artística me ha permitido usarlo sobre todo como un motor, algo que me da energía. Por eso dedico la totalidad de mi vida al arte. No hago otra cosa que no esté relacionada con la creación.

-Puntualmente ‘Canto cósmico’ parece esbozar una sátira de la industria musical, y de cómo los artistas son tratados como productos o marcas. ¿Corre Niño de Elche el riesgo de convertirse en una mera marca?

-No me importa que se use esa palabra al hablar de mí, siempre y cuando sea como sinónimo de un espíritu muy concreto a la hora de abordar la creación. De todos modos, una marca sirve no solo para generar expectativas en quien la consume sino también para colmarlas, y yo a mi público lo traiciono constantemente. Estoy inmerso en un proceso permanente de metamorfosis, y eso hace que también se vayan reformulando mis actitudes, mis métodos y mis ideologías.