El confinamiento igualó gran parte del 2020 para todos los ciudadanos. En sus casas, usando las redes sociales como vía de escape y conociendo qué sucedía lejos gracias a los medios de comunicación. Algunos, como Ayanta Barilli, decidieron tomar nota de cada uno de sus días y elaborar una especie de diario. Una mujer y dos gatos (Planeta) no es una crónica, ni un diario, ni una novela. Ni siquiera, según su autora, «es un libro sobre la pandemia, que solo es el telón de fondo».

Barilli asegura que su última publicación se convierte «en una novela de aventuras según avanza la trama». Porque la escritora tuvo que salir a comprar, a ayudar a algunos amigos contagiados y a seguir con su programa de radio (un magacín cultural, de madrugada, en esRadio): «Fuera de casa también se vivía un encierro, aunque fuera de otro tipo».

Tampoco para Barilli es un libro de autoficción, aunque las editoriales o la prensa se empeñen en definirlo como tal. «Es autobiográfico porque no quito ni pongo nada que no me sucediese durante ese período», justifica la periodista, que vivió el confinamiento como «una situación excepcional» en la que la escritura y el trabajo le salvaron: «El trabajo es la línea de luz que me alumbra el camino». Tan importantes fueron para ella esos días que desde el primer momento escribió de ellos, por su tendencia como periodista «a elaborar una crónica de todo lo que me rodea».

Pero no solo fue el trabajo un recurso para atravesar la pandemia. «Durante el confinamiento me convertí en una mentirosa y en una desobediente», explica Barilli, que en algunos momentos sintió que todo aquello que deseaba estaba prohibido, «algo que creo que le sucedió a la mayoría de las personas». Lejos de plegarse ante la situación, la autora buscó nuevas formas de vivir la situación: «La vida es una aventura y durante la pandemia lo fue aún más». Un momento que, para Barilli, estuvo marcado por un gran dilema: «Mantuve una encrucijada entre la razón y el corazón». Contraria a la idea de que todo se paralizase por el virus, la periodista considera que en aquel tiempo «seguían sucediendo un montón de cosas».

El momento de reflexionar sobre la pandemia

«Lo más importante para mí durante ese período fue no perder el sentido crítico», certifica Barilli, que lo muestra en muchas intervenciones durante la novela, en las que pregunta, investiga y rebusca en torno a las medidas del confinamiento o las situaciones derivadas de este. «Nunca había escrito como en Una mujer y dos gatos», cuenta la autora, que encontró atractivo desarrollar «una historia que iba sucediendo día a día». «Fue todo un experimento literario que me explotó en las manos: es la primera vez que escribo sin saber el sitio hacia el que me dirijo», sentencia Barilli, hija del también escritor Fernando Sánchez Dragó.

Un año y medio después del inicio del confinamiento, el hartazgo por la crisis sanitarias también ha llegado al sector del libo. «Las editoriales consideran que hablar del virus o de la pandemia echa para atrás al lector», explica Barilli, aunque su postura es clara: «A mí me da igual: yo escribo libros, no los vendo». La autora está satisfecha con su resultado y cree que Una mujer y dos gatos tiene una vigencia mucho mayor, ya que la define como «una crónica que merece la pena que quede». Una novela que. además, tiene un fuerte componente emocional para la escritora: «Es el retrato de un momento muy específico y muy importante de mi vida».

Alejados ya del inicio de la crisis sanitaria, Barilli cree que las lecciones de la misma siguen teniendo efecto, «pese a que nos olvidamos pronto de todo». «Es el momento para reflexionar, conocer cómo manejamos nuestros miedos y asumir que todos vamos a morirnos», asevera la periodista, que considera que la sociedad occidental es, en la actualidad, «débil e hipocondríaca».

Barilli ve «repugnante» que se proclame que nada será como antes o que las cosas han cambiado mucho desde que el virus llegase a nuestras vidas. Ella, sin embargo, prefiere seguir descubriendo. Una mujer y dos gatos, pese a cerrarle algunos dilemas, le abre otros: «Nunca sé si escribir hace que ocurran unas cosas o si ocurren unos sucesos que luego se escriben».