A Kenny Garrett le gusta terminar los conciertos con Happy People, composición de corte funky que le permite cantar, transitar por los arrabales del hip hop y, en definitiva, trazar un epítome de su expandido universo musical. Y así se despidió el domingo en la Multiusos antes del bis, levantando de las sillas a los espectadores contra viento y pandemia. Garrett, maestro del groove, puede hacer vibrar al público con cualquier cosa, pero esa pieza es toda una invitación a la fiesta.

Saxofonista de soplo largo, fluido y enérgico, tuvo en el pianista Vernell Brown, en el baterista Ronald Bruner, en el bajista Corcoran Holt y el percusionista Rudy Bird grandes aliados para desarrollar un programa de vigoroso ritmo interno, prácticamente sin interrupciones y, ¡aleluya!, sin esas farragosas explicaciones que sueltan algunos colegas suyos en cuanto les pones el micro en la mano. Garrett toca, y punto. Y quien quiera escuchar que escuche, quien quiera entender que entienda, y quien tenga dudas que se lea la Gran Enciclopedia del Jazz.

Lástima (es un decir) que no transitase más por Sounds From The Ancestors, su nuevo y espléndido disco, del que sí ofreció un singular tributo a Wyne Shorter (Wayne’s Thang); el neo-soul con interpolación de A Love Supreme, que también tiene aires de homenaje, en este caso a Roy Hargrove (Hargrove), y el blues-gospel de When The Days Were Different. El resto del programa lo configuró con piezas más antiguas como Haynes Here (2012), los apuntes casi free de Chassing The Wind (2016) y los revoloteos hispánico-latinos de Spanish Go Round (1992).

Kenny Garrett, clásico y moderno a un tiempo, no tiene problemas con esa vaina del apropiacionismo cultural, a la vez que entiende, hoy como ayer, que diría el bolero, que el jazz no es una expresión artística estanca que se mueve solo en el eje horizontal de la temporalidad, sino que también interviene en su desarrollo el eje transversal de los cruces y de los encuentros. Ver y escuchar a Garrett es siempre gratificante: por su actitud de búsqueda, su nivel como intérprete y su enorme talento para dar varias vueltas en directo a sus propias y brillantes canciones. En domingo o en lunes. ¡Kenny Forever!