Un paseo por este lugar es un paseo por la historia del ser humano. Películas en lata, revistas y libros llenan a rebosar cientos de estanterías que contienen todo lo que se sabe del séptimo arte. Entre ellas, sabiendo en qué rincón está cada información, Ana Marquesán, directora del archivo e investigación de la Filmoteca de Zaragoza, se mueve como pez en el agua.

«Catalogamos, recuperamos y restauramos para poder difundir el material», cuenta Marquesán orgullosa de las casi 7.000 películas, los más de 10.000 vídeos y la infinidad de libros y revistas que forman la particular colección municipal. Lejos de lo que algún despistado puede pensar, la Filmoteca de Zaragoza conserva mucho más que rollos de películas o VHS: «Las revistas, los carteles o los programas son muy importantes, porque conforman un todo que siempre ayuda a las investigaciones».

El trabajo de recuperación y almacén, que se hace desde 1989, traspasa las barreras municipales. «Las películas de nitrato no las tenemos aquí, sino que se guardan en un apartado de la Filmoteca Nacional, en Madrid», indica Marquesán, que cuenta también las razones de la distancia de estas piezas: «El nitrato es un elemento que puede ser dañino para la salud y allí se han acondicionado unas zonas, lejos de la población, para conservarlas de la mejor manera».

Siempre accesible para las consultas de cualquier ciudadano, muchos son los que se acercan habitualmente hasta el archivo para completar sus investigaciones. «Historiadores, gente del mundillo audiovisual y periodistas son los que más vienen», enumera la directora del archivo, que añade que muchos aficionados también tienen curiosidad por el estudio del cine.

Una de las revistas de cine que conforman la colección. FILMOTECA DE ZARAGOZA

Unos aficionados que, en parte, son culpables de que la Filmoteca de Zaragoza haya llenado tantas estanterías de información cinematográfica. «La gente ha sido muy generosa con nosotros desde los inicios», agradece Marquesán, que describe como «habituales» las grandes donaciones de los ciudadanos. El régimen de depósito es el que eligen casi todas las familias que dan sus colecciones a la institución: «Catalogamos y custodiamos los depósitos, que en cuanto se registran pasan a ser material de consulta público». Los documentos más solicitados siempre son «de los años sesenta y piezas de principios del siglo XX, que casi no se pueden considerar películas».

Situado en la calle Domingo Miral, el archivo de la filmoteca no es desconocido para la ciudadanía zaragozana. «Creo que la gente sí es consciente de todo lo que hay aquí», reflexiona Marquesán, que sí que piensa que el servicio podría mejorar: «Solo trabajamos tres personas; si estuviésemos diez, podríamos atender mejor todas las solicitudes que nos llegan».

En la actualidad, el proceso de informatización y la preservación digital de los fondos son los dos trabajos que concentran los esfuerzos de los trabajadores del archivo. «Estoy muy contenta de que por fin hayamos comenzado estos procesos», celebra la directora del archivo, que ve con buenos ojos la llegada de las nuevas tecnologías: «El proceso de restauración ha cambiado mucho: la tecnología ha acelerado los procesos y consigue muy buenos resultados». «El futuro ya viene y nos tendremos que adaptar, y lo haremos bien», sentencia Marquesán.

En el tiempo más inmediato que viene, la Filmoteca de Zaragoza quiere rendir homenaje a todos los que colaboraron en que el proyecto siga a flote: «Para finales de 2022, está prevista una exposición que dé a conocer el trabajo de todas las personas que han ayudado a completar el archivo».

La puerta de entrada de nuevos documentos siempre está abierta. Marquesán, que desea una colección casi infinita, anima a cualquiera a rebuscar entre sus pertenencias, porque seguro que encuentran algo de valor: «Hay gente que sigue teniendo en su casa películas en lata que pueden servir para conocer la historia del cine».