Cuando Toña Estévez le explicó a su hijo en qué consistía su trabajo, el pequeño le respondió con envidia: «Trabajas con lo que más me gusta: el cine, el ordenador y el móvil». Un resumen rápido de lo que utiliza la directora en funciones­ de la programación de la Filmoteca de Zaragoza.

La institución, única de gestión municipal en todo el país junto a la de Albacete creada en 2001, cumple en este 2021 40 años como referencia de la cultura en la capital aragonesa. De esas cuatro décadas, Estévez ha pasado como trabajadora más de un 80%: «33 años dan para mucho, pero creo que hay muchos más momentos positivos que negativos».

Estévez explica sencillamente un trabajo que para los indecisos sería casi imposible de llevar a cabo: «Tengo que seleccionar las 200 películas que se proyectan al año y formar con ellas ciclos coherentes». Porque de poco vale tener las mejores producciones si no se trabaja con «la cierta unidad que requiere una filmoteca». Unidad, criterio y calidad que se aúnan para cumplir su objetivo principal: «Nuestra obligación prioritaria es prestar un servicio cultural a la ciudad de Zaragoza».

Pasado y presente

Antes de que Estévez se hiciese con los mandos de la programación, Leandro Martínez capitaneó la Filmoteca de Zaragoza desde su fundación, en 1981, hasta 2018. «El programador tiene que contagiar al público su pasión por el cine», explica Martínez, que cree que los espectadores de los primeros años son muy diferentes a los que hoy asisten a la sala: «A principios de los 80 había muchas ganas de ver todo tipo de cine, porque no se habían podido conocer muchas películas durante la dictadura». «La gente quería descubrir cosas nuevas y se atrevía con todo», remata Estévez, que en aquella época solo era espectadora.

Martínez recuerda que la Filmoteca de Zaragoza fue «ejemplo para muchas autonomías que quisieron sacar adelante un proyecto similar». Una iniciativa que nació tras la duda: en sus primeros pasos, los creadores se debatieron entre una filmoteca o un festival: «Propusimos finalmente la creación de una filmoteca para poder tener un archivo».

Almacén, conservación, proyección, restauración y recuperación son partes del eterno ciclo que se vive en la filmoteca. «De nada sirve tener el mejor archivo si no se exhibe», cuenta Estévez, que apunta que la conservación es fundamental porque «todas las películas, aunque se haga de ellas un muy buen uso, se acaban deteriorando». «Una filmoteca es un archivo para exhibir», sentencia Martínez.  

Leandro Martínez y Toña Estévez, en su oficina. EL PERIÓDICO

Un consumo extraño

La pregunta más difícil para los dos programadores culturales de la Filmoteca de Zaragoza tiene que ver con el éxito de las películas. Nadie ha visto ni ha elegido tantas películas como ellos y, sin embargo, aún no conocen la fórmula con la que acertar. «Creo que la asistencia de público a la filmoteca es un proceso cíclico», comenta Estévez, que cuenta que el último de esos cambios ha sido hace poco: «Tras salir de la pandemia, todos querían venir; ahora, la reducción de las restricciones hace que la gente elija otras cosas». «No existe la varita mágica que lleva a la gente al cine», bromea Martínez.

Aunque no exista la tecla que asegure el aforo completo, los dos programadores sí que saben que algunos ciclos llenan casi todas las butacas. «El cine clásico americano, Billy Wilder, el western o la comedia francesa son los ciclos que atraen a más gente», cuenta Estévez, a la que complementa Martínez con una reflexión sobre lo clásico: «La película siempre es la misma, pero nosotros no, por lo que las revisitamos para conocer qué descubrimientos aportan».

El acercamiento de nuevas culturas también es una de las funciones de la Filmoteca de Zaragoza, que celebra de manera habitual ciclos de cine del este de Europa, de Asia o de África. «Son ciclos que se hacen para que lleguen películas que nunca entrarían por el mercado convencional», detalla la actual programadora de la filmoteca, contenta por la buena respuesta del público zaragozano a un reciente certamen de cine rumano. Las culturas de todo el mundo llegan a los espectadores gracias al cine, confirmando que la filmoteca es «un medio de información más».

El paso del tiempo ha llevado a las filmotecas a sobrevivir en un nicho de mercado en el que debe competir con infinitas posibilidades de ocio: «El acceso al cine se ha democratizado, aunque se ha perdido calidad, porque no es lo mismo ver una película en una gran pantalla que en un móvil». Ambos programadores consideran que «el visionado ha cambiado porque el mundo ha cambiado» y que la tendencia no parece que vaya a transformarse en los años venideros: «No se busca tanto la calidad como la inmediatez».

Sin miedo a la competencia y tampoco al futuro, Estévez y Martínez creen que la Filmoteca de Zaragoza debe mejorar para seguir prestando el mejor servicio posible a la ciudadanía. «Me gustaría tener más presupuesto, más gente trabajando...», comenta Estévez, que cree que la transformación también pasa por una mejor sala: «Estaría bien llegar a tener unas 200 butacas –frente a las 115 de la actualidad–».

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La supervivencia eterna de una experiencia artística única

La llegada de las plataformas digitales, el inabarcable contenido de internet y la permanencia de las artes más clásicas provocan que, en la actualidad, la oferta cultural sea la más grande de la historia de la humanidad. En un tiempo en el que la velocidad y la sencillez dominan, las filmotecas parecen núcleos de resistencia. Para Toña Estévez, la permanencia de la zaragozana no peligra: «Siempre vamos a querer que nos cuenten buenas historias y en la filmoteca siempre las hay». Una línea que Leandro Martínez mantiene, ya que considera que frente a los vídeos cortos o las series, el séptimo arte ofrece algo más: «El cine existirá mientras haya vida, porque nos explica las nuestras». El otro pilar de la Filmoteca de Zaragoza, su enorme archivo, hace que este servicio público pueda enseñar otras opciones a sus usuarios. «La utilidad de esta institución es mayor que nunca, porque tiene una función de archivo de la historia», explica Martínez, que cree que este archivo da una función «básica» para esos espectadores «curiosos y que siempre tienen ganas de descubrir cosas». Estévez va un paso más allá en las afirmaciones de su antiguo compañero y no encuentra un lugar mejor para disfrutar del cine que la institución que ahora dirige: «Si te gusta el cine, la filmoteca es tu casa».