La Feria del Libro Aragonés (FLA) de Monzón ha cerrado este miércoles su edición número 27 con un balance «muy satisfactorio» en cuanto a visitantes. De hecho, el certamen ha logrado recuperar sus cifras de antes de la pandemia al atraer de lunes a miércoles a más de 6.000 personas. La localidad oscense ha vuelto a convertirse por unos días en la capital de las letras aragonesas con una cita totalmente consolidada en el calendario literario aragonés.

«Estamos muy contentos. Hemos reunido una media de 2.000 personas diarias, lo que demuestra que la gente tiene ganas de cultura y de libros», ha destacado este miércoles el codirector de la feria, Álvaro Palau. Más de 70 escritores y 30 editoriales han participado este año en el ciclo, unas cifras muy similares a las de antes de la pandemia.

La cita está tan consolidada que incluso pudo celebrarse el año pasado, aunque en una edición más reducida debido a la pandemia. «Por segundo año consecutivo hemos tenido que realizarla en el parking de la avenida Cortes de Aragón por tema de ventilación; en la edición de 2022 no sabemos dónde se instalará, aunque lo importante es que se celebre», ha indicado Palau.

La feria, que fue inaugurada el pasado lunes por el escritor José Luis Melero, ha acogido presentaciones de libros, talleres y cuentacuentos que han logrado atraer a lectores de localidades próximas e incluso desde Zaragoza. No en vano, la gran demanda obligó a ampliar las plazas en el Tren de la Cultura, que el martes permitió viajar desde la capital aragonesa por diez euros. «Al final lo utilizaron más de 300 personas», ha subrayado Palau.

Como en las últimas ediciones, la Feria del Libro Aragonés también complementó este año su programación habitual con una serie de actos previos. Como el domingo, cuando el Paseo de las Letras Aragonesas de Monzón incorporó cinco monolitos más. Los levantó el ayuntamiento montisonense en homenaje a los escritores José Luis Melero, Magdalena Lasala, Manuel Vilas, Inés Plana, y José Antonio Adell (para este último fue toda una sorpresa, ya que se le comunicó mientras estaba entre el público). Todos los autores acudieron a la localidad para destapar su monolito forjado, de un metro de altura y en forma de libro abierto.

Los lectores pudieron acercarse a los escritores, lo que supone un valor añadido para el ciclo. «Es una feria muy cercana y eso lo valoran mucho los visitantes», ha reconocido Palau. También hubo tiempo para las conferencias. Manuel Vilas, José Luis Melero, Ana Alcolea y Estela Puyuelo participaron el domingo en un coloquio bajo el título El corazón de las letras aragonesas, que estuvo moderado por el periodista Antón Castro.

Además, con la apertura de la feria se presentó la exposición La baraja ilustrada aragonesa, de Alberto Sevilla y Chema Agustín, y durante esa misma jornada, Ricardo Vicente ofreció el taller Con pluma y tintero.

El pasado sábado, el Blues Rock Café de Monzón acogió un ciclo de poesía en el que Celia Carrasco, Estela Puyuelo, Inma Benítez y Trinidad Ruíz realizaron una lectura poética. Además, los asistentes también pudieron recitar sus textos.

Entrega de premios

Como en años anteriores, la Feria del Libro Aragonés entregó sus tradicionales premios. En esta edición se le otorgó, en categoría individual, a Víctor Juan, director del Museo Pedagógico de Aragón, por su gran puesta en valor de la cultura aragonesa y su colaboración con la feria y con los distintos encuentros de los grupos de lectura organizados en Monzón. Y en categoría colectiva recayó en la Fundación Ramón J. Sender de la Uned de Barbastro, por su labor de dinamización cultural y divulgación de la enseñanza.