Solo viendo la plaza de acceso a la sala Multiusos del Auditorio de Zaragoza uno se da cuenta de que no es un Salón del Cómic al uso ya que no hay ninguna cola y lo único que se aprecia es algún despistado preguntando si a alguien le sobra una entrada ya que no ha sido previsor y se ha quedado sin. Y es que el Salón de este año viene marcado por la restricción de aforo que, sin duda, convierte a la cita en algo diferente, pero tal y como se ha podido ver hoy no ha perdido su atractivo e incluso hay quien la disfruta más porque disponen de más espacio para pasear entre los estands. A media mañana, la realidad es que hay buen ambiente en el Salón (sin aglomeraciones, obviamente) pero incluso algunas charlas colgaban el cartel de completo (como la de humor cotidiano con Sara Soler, David Ramírez y Álvaro Ortiz). Bien es cierto que una duda cierne sobre el ambiente, ¿merece la pena hacer un Salón del cómic a medio gas? La respuesta es rotunda le preguntes a quien le preguntes. «Solo el hecho de poder encontrarte con gente a la que hace mucho que no ves, hace que esto merezca la pena y no hay que olvidar que las relaciones que aquí se hacen permiten generar proyectos futuros», dicen en el estand de Malavida que, además, se muestran satisfechos con el ritmo de ventas.

Más datos. David Rubín en la librería Taj Mahal no para de firmar cómics y hay una buena fila para conseguir su estampa. No muy lejos de allí, en los lugares habilitados para las firmas, lo mismo le sucede a Antonio Altarriba y Keko y a Kim. Bernal, que acaba de publicar la segunda parte del exitoso Juan sin móvil, comenta que a él le ha pasado lo mismo a primera hora de la mañana. La opinión, por lo tanto, es unánime, hay ganas de cómic y, a pesar de las restricciones obligadas por la pandemia, el Salón brilla con luz propia.

Incluso hasta se ven disfraces de Spider-Man, algo que siempre le da color a la cita y que era una incógnita saber si este año la gente se iba a animar a mantener el espíritu del Salón. La zona del manga, siempre la más visitada y que destaca por las aglomeraciones que se producen, registra también una buena actividad aunque no se ve el caudal de otras ediciones. Aun así, el nivel de venta no decae a simple vista dando un paseo por el lugar.

El año pasado, el Salón del cómic no se pudo celebrar y es por eso que este año todos sus principales valedores tenían claro que era vital volver a levantarlo aunque fuera con las restricciones sanitarias obligadas. «Solo por eso ya lo podemos considerar un éxito», insisten desde la organización, pero, además, la segunda jornada de la cita demostró ayer que es otro tipo de Salón pero que sigue manteniendo ese vigor y pujanza que se ha conseguido después de veinte ediciones trabajando sin descanso.