Cuando uno abre la primera página de La piedra permanece ya se da cuenta de que no Marc Casals ha huido de cualquier tópico sobre los Balcanes (tan generalizados en torno a una guerra de la que pronto va a hacer ya 30 años) para contar una realidad poliédrica, desconocida en muchos casos para un lector medio y curioso y, ante todo, honesta. Es importante señalar esto porque aunque, a priori, la construcción de este libro (cuyo subtítulo desvela su contenido, Historias de Bosnia-Herzegovina) no parte de una premisa original, la realidad es bien distinta. La piedra permanece está compuesto de 16 historias del país basadas en protagonistas singulares que, a través de sus experiencias personales, ayudan a desentrañar la compleja y poliédrica realidad de un país que atrapa a casi todo aquel que tiene oportunidad de visitar.

Y eso lo sabe bien Marc Casals, residente en Sarajevo desde hace muchos años y más aún en la región, que ha construido un relato ambicioso del país apoyándose en las relaciones de amistad que ha ido tejiendo con lugareños que le han abierto sus casas y sus experiencias que, justo es decirlo, el autor ha plasmado con brillantez. Algo que solo se puede conseguir abordando al entrevistado con interés y, sobre todo, con el respeto que se merece. Así, en las 300 páginas de La piedra permanece, uno puede conocer, entre otras, la historia de Srebrenica (y la realidad de los expulsados por llamarlos de alguna manera y después regresaron a lo que era un territorio hostil), la de Mostar y las pequeñas vivencias de Sarajevo, pero también la de otros lugares más desconocidos para el gran público como Bihac.

Todo construido como un puzle con multitud de piezas que van conformando un mundo en el cerebro del lector que, cosas de la magia de la escritura, acaban encajando cuando se acaba la última historia. La piedra permanece no es un ensayo, supongo que en las librerías acabara en el estante de libros de relatos pero, la realidad, es que esta creación de Marc Casals funciona como un ensayo con el que acercarse ya no a una realidad siempre cambiante de una zona como los Balcanes sino a una forma de vida, de sentir y de relacionarse con el mundo que se ha ido configurando a través de los miles y miles de años de Historia que se han ido generando en la región.

Ah, y sobre todo es una vacuna contra toda esa información sesgada a menudo escrita de manera partidista, o lo que es peor, sin haber pisado el terreno ni conocerlo, que campa a sus anchas por un mundo que vive al ritmo que marcan las redes sociales.

Más allá de toda esta crítica, en definitiva, este libro, como bien dice su propio autor en la contraportada, no pretende sentar cátedra de nada: «No es posible condensar un país en un libro. La piedra permanece intenta lo contrario: expandirlo». Marc Casals lo ha conseguido. No me queda ninguna duda.