Uno de los efectos colaterales que está provocando toda esta pandemia y el mal momento que está atravesando el sector cultural y la programación de conciertos es que muchos de los profesionales del mismo están buscando cobijo en otras disciplinas. «Ya nos está pasando que si coinciden varios conciertos el mismo días, nos está costando encontrar técnicos de sonido o de otro perfil necesarios para sacar un bolo adelante», explica Chema Fernández, quien además de promotor es socio también de una empresa de alquiler de equipos. Una situación que, además, no piensa que se vaya a arreglar en poco tiempo «y de cuya gravedad nos vamos a dar cuenta cuando la situación se normalice», señala con contundencia.

La grave crisis que ha golpeado con fuerza al sector ha provocado que este tipo de perfiles, buena parte de los cuales no podía subsistir solo con esto, haya decidido aparcar un trabajo que les estaba arrinconando y han buscado salida de otra manera «agotados de la situación». Algo que, quizá en menor medida pero también se está empezando a notar, está pasando entre músicos de la comunidad. Artistas que tenían alguna aspiración pero que, a día de hoy, no vivían solo de la música y que han visto como la situación ha acabado por quitarles «las ganas de seguir».

De hecho, es precisamente toda esa parte del sector la que peor lo ha pasado con la crisis ya que la suspensión de las giras y los conciertos perjudicó notablemente a todos esos técnicos que acompañan a los artistas y cuyos ingresos quedaron reducido a la mínima expresión. Por ese motivo, hubo grupos como Vetusta Morla que, en cuanto se pudieron hacer conciertos, realizaron una gira sin tener que presentar ninguna novedad, fundamentalmente «para apoyar a todo ese grupo que nos rodea y que son los que no tenían colchón alguno cuando sucedió todo esto». Otros como los aragoneses Amaral cuando iniciaron una gira en acústico iban rotando el personal que les acompañaba para que todos pudieran tener algún ingreso dada la situación tan precaria que se estaba viviendo