La Asociación de Informadores Cinematográficos y la Filmoteca de Zaragoza están saldando estos días la deuda pendiente que el cine español mantenía con Cecilia Bartolomé, una de las grandes pioneras del séptimo arte en nuestro país. Directora transgresora y censurada durante el franquismo por abordar temas tabúes como el aborto o el divorcio, Bartolomé se convirtió en un referente para muchas realizadoras posteriores y aún hoy está considerada como la primera directora feminista que dio el cine español. El próximo 29 de enero recibirá el Premio Feroz de Honor en la gala que se celebrará en la sala Multiusos del Auditorio y estos días se ha organizado una retrospectiva integral de su obra en la Filmoteca de Zaragoza.

Este mismo viernes se proyecta a las 18.00 horas su mediometraje Margarita y el lobo (1970) y a las 20.00 horas su largometraje Vámonos, Bárbara (1978), considerada la primera película feminista realizada en España. Los días 20, 26 y 27 de enero continuará la proyección de su obra, mientras que la filmoteca acogerá el viernes 28 un coloquio sobre cine feminista en la Transición en el que participarán las directoras aragonesas Paula Ortiz y Pilar Palomero, así como la propia Cecilia Bartolomé y la actriz y realizadora Leticia Dolera

La retrospectiva en la filmoteca y el Feroz de Honor servirán para rendir homenaje a una figura injustamente olvidada por la industria y alejada del mainstream cinematográfico. «Es estupendo que de repente me vean como una especie de icono cuando siempre me consideraban una persona incómoda; ahora recibo homenajes y los primeros años solo bofetadas», ha bromeado Bartolomé este viernes en una rueda de prensa celebrada en el Ayuntamiento de Zaragoza. 

Su apuesta por la ironía y el esperpento

Considerada junto a Josefina Molina y Pilar Miró como una de las pioneras del llamado Nuevo Cine Español al ser de las pocas mujeres que logró graduarse en la Escuela Oficial de Cinematografía en 1969, la realizadora alicantina ha reconocido que sus trabajos fueron «subversivos» en la época, aunque ha destacado que lo que siempre intentó fue «emocionar y divertir al espectador porque aburrir es un pecado mortal en el cine». «Siempre he utilizado un tono humorístico y de sátira, algo que me viene de mi querido profesor Berlanga, porque creo que la ironía y el esperpento son las armas narrativas más potentes», ha indicado.

Con su mediometraje Margarita y el lobo (1970) escandalizó a la censura de la época al utilizar el género del musical para hablar del divorcio en la España franquista, pero Bartolomé nunca buscó «provocar por provocar». «Para mí lo que contaba era algo normal, lo que ocurre es que cuando cuentas la realidad tal y como es a veces puede ser muy corrosiva», ha subrayado Bartolomé, que apostó en esos años por abordar «las contradicciones de la sociedad» desde la sátira y la irreverencia bien entendida: «El humor molesta mucho más a los censores y guardianes de la virtud, por eso me cayeron tantos palos en mi época». 

Aunque reconoce que el cine español ha avanzado hacia la igualdad de género, lamenta que aún falta camino por recorrer: «Se va avanzando, pero a pasos lentos. En nuestra época a Josefina, Pilar y a mí nos veían como exóticas y bichos raros, pero las directoras de ahora tienen que luchar aún más porque la competencia es enorme».

Golpeada por la censura

Retirada de la profesión y «dedicada a escribir» desde hace años tras su paso por la publicidad, la alicantina ha considerado que es «un poco difícil» que vuelva a dirigir una película, aunque ha apuntado que tiene avanzado un guion sobre la evolución de la humanidad contado desde el punto de vista femenino: «No sé si lo podré rodar, pero me gustaría al menos dejarlo totalmente escrito».

Lo que más lamenta Bartolomé es todos los trabajos que se quedaron en el cajón y no pudo hacer realidad por diversos motivos. «El problema fue que perdí la comba justo en el momento en que tenía más proyectos. La censura me cayó encima, estuve cuatro años sin poder trabajar y eso me perjudicó para poder arrancar después. Yo estoy contenta con lo que he hecho, no con las cosas que no he podido hacer, eso es lo que me duele», ha concluido.