Hace años que Zaragoza está intentando postularse como ciudad de cine haciendo referencia a sus orígenes (no olvidemos que la primera película documentada que existe es aquella Salida de misa de doce del Pilar), a los grandes cineastas que ha dado a lo largo de la historia y al buen momento actual del audiovisual aragonés encarnado sobre todo en figuras femeninas como Pilar Palomero, Paula Ortiz y Nata Moreno, solo por señalar algunas de las últimas premiadas. En esa ambición por posicionarse hace unos años Zaragoza acogió unos (deficitarios para la ciudad, todo hay que decirlo) premios Forqué que se desplazaron a celebrar su gala a la capital aragonesa dos años consecutivos. Aquello fue por impulso del Gobierno de Aragón que dejó caer que estaba trabajando por traer los Goya.

Años después, el Ayuntamiento de Zaragoza, de otro color político que el Gobierno de Aragón de entonces, también ha insinuado que está trabajando en que la Academia de cine decida traer la gala de sus premios a la ciudad. Pero, obviamente, nada es gratis y, a día de hoy, o mucho cambian las cosas o Zaragoza no puede permitirse ese desembolso económico que sí han hecho otras ciudades como Sevilla, Málaga y Valencia.

A cambio, como decía, en ese afán por hacerse un hueco en la industria del cine, la capital aragonesa acogerá el próximo 29 de enero (curiosamente, o no, el día de San Valero) los premios Feroz, los que entregan los críticos de cine englobados en una asociación presidida actualmente por María Guerra. No son los galardones de la industria, con todo lo que ellos significa, pero sí es verdad que servirán como foco de atracción para la ciudad (está por ver la repercusión fuera de nuestras fronteras, algo en lo que a priori siempre soy escéptico), al menos para sus habitantes. Por la alfombra roja de la sala Multiusos del Auditorio de Zaragoza (a la que en principio, veremos las restricciones sanitarias vigentes podrá acceder el público) pasarán estrellas de nuestro cine como lo son, entre otros, Javier Bardem, Icíar Bollaín, Pedro Almodóvar, Fernando León de Aranoa, Javier Cámara, Blanca Portillo, Luis Tosar, Rodrigo Cortés... Nominados que probablemente (aún no hay confirmación) visitarán Zaragoza para ver si finalmente consiguen uno de los galardones.

Pero, por encima de todos ellos, me gustaría destacar a Cecilia Bartolomé, Feroz de honor de este año, que el viernes ya compareció ante los medios en Zaragoza para dar una auténtica lección de saber estar y de entender el cine como una forma de hacer y crecer y no de recibir. Considerada como la primera cineasta feminista del cine español, transgredió las normas impuestas abordando el aborto o el divorcio en épocas tan oscuras como el franquismo. Y con todo ese historial detrás, Bartolomé tiene muy claro lo extraña que se siente recibiendo homenajes: «Es estupendo que de repente me vean como una especie de icono cuando siempre me consideraban una persona incómoda; ahora recibo homenajes y los primeros años solo bofetadas», aseguró.

Una cineasta que debería servir para que nos paremos a pensar en la realidad que ha vivido, vive y vivirá al margen de la industria y del mainstream porque, quizá, sería hora de empezar a entender que en los límites es donde realmente crece la actividad cultural de cualquier tipo. Mientras tanto, es hora de levantarse y aplaudir bien fuerte a la Feroz de Honor de este año que tuvo que dejar muchos proyectos en el cajón por la censura pero que, por fin, tantos años después, recibirá un homenaje de verdad.