Nuestros pueblos y monumentos están llenos de hierros producidos por cientos de artesanos que, a lo largo de la historia, han contribuido a mejorar la vida con un abanico de objetos que sirvieron para proteger a las sociedades, decorar su escenario vital e incluso facilitar cosas tan básicas como la alimentación. Y de este importante tema pocas veces podemos leer estudios que den información, que muestren y estudien ejemplos, que expliquen cómo se crearon y quiénes fueron sus creadores. Por eso, en esta tierra prolífica en ejemplos muy notables, es de agradecer que podamos disponer de un estudio que hable de todo ello. Me refiero a la interesante publicación liderada por la profesora Lourdes Diego, directora de la cátedra Hierros Artísticos que creó la empresa zaragozana Hierros Alfonso en el marco de la Universidad de San Jorge (la editora del trabajo). 

Dos bloques permiten sacar una idea certera de la importancia de estas obras y de la repercusión del trabajo de los artistas aragoneses, fuera de nuestras fronteras. En el primero se habla del proyecto que –conocido como Hierros artísticos– hasta albergó un certamen internacional de fotografía convocado desde Aragón. En el segundo, el libro se adentra en la investigación de la rejería románica, de la que Aragón tiene excepcionales ejemplos conservados en el Museo Diocesano de Jaca, para seguir analizando la universalidad de los forjadores aragoneses que contribuyeron al modernismo barcelonés. Concluye con el estudio de ejemplos visibles en la ruta de los Pirineos en tres secuencias: la de las fíbulas de hierro hasta el siglo V, la época de las ferrerías desde el XI al XIX y el tiempo del acero que irrumpe en el XX.

Les aseguro que es un magnífico estudio que reivindica la importancia de los forjadores, desde hace 3.500 años, cuando entendían al hierro como metal del cielo, hasta llegar a concebirlo como un producto industrial desde 1780, año en el que aparece la columna de fundición. Enhorabuena a la doctora Diego.