Ni al principio ni al final han tenido muy claro los asistentes el espectáculo que acababan de ver. Aunque, en ambos casos, han celebrado haber asistido este lunes a la sala Multiusos del Auditorio de Zaragoza. Tragœdia, la performance en la que se han unido el grupo Enigma, con Asier Puga a la cabeza; el valenciano Carlos Llavata y el conjunto vocal Ensemble Teselas; ha conseguido sorprender y hacer reflexionar al público.

En ese extraño arranque, cinco jóvenes africanos se han reunido, individualmente, con cada uno de los espectadores para observarse. Sin hablarse, la experiencia sensorial de la tarde ha comenzado intentando conocer, aunque fuera un poco, a alguien muy distinto.

Nada de lo que se ha visto ya dentro de la Multiusos aclaraba la situación al público: las 150 personas que han llenado las butacas disponibles compartían en sus asientos las numerosas dudas. Por ejemplo, esta vez han sido los músicos los que esperaban en la pista y el público, en el escenario.

Con la entrada de los cinco chicos extranjeros, el curioso concierto ha arrancado. Con Puga a los mandos, siete músicos han interpretado hasta cuatro piezas que, con el paso del tiempo, han ido subiendo la intensidad. Entre estas composiciones, audios de hombres y mujeres reflexionando sobre el tema central del espectáculo, la maternidad.

A través del mito de la hechicera Medea y con fragmentos de la película Mater Amatísima, de María Ruido, siendo proyectados, el show ha criticado la postura que la sociedad actual sigue manteniendo sobre la maternidad y ha reivindicado un cambio en el sistema, en busca de una mejor situación para la mujer. El filme, en el que se muestra el asesinato de dos niños, se complementaba con imágenes del juicio a Rosario Porto, acusada de asesinar a su hija Asunta en 2013. Una explosiva combinación que ha hecho comenzar los primeros comentarios entre los asistentes.

Tras ello, el segundo tema del que se quería hablar. Los cinco jóvenes que han recibido al público han narrado su propia historia: el hambre, el sufrimiento y el recorrido completo que les llevó desde sus países natales hasta España.

Para finalizar, Carlos Llavata se ha unido a los músicos en la última de las composiciones. El valenciano ha modelado una especie de casco de arcilla, que el mismo ha acabado vistiendo, y al que ha añadido una segunda altura, decorativa. Todo se ha derrumbado gracias al primer juego pirotécnico de la noche: un disparo de escopeta.

El colofón musical y la cerrada ovación a las intérpretes han parecido el final. Pero, como durante toda la tarde, la sorpresa cambió el destino. Llavata ha repartido varias bengalas y ha ordenado al público encenderlas. Como varitas mágicas y dirigidas hacia el artista valenciano, los fuegos artificiales han volado ante un Llavata que se ha mostrado impasible. Una última demostración de violencia y fuego para cerrar un espectáculo que no ha dejado a nadie indiferente. Todos, de vuelta a casa, ya han tenido de qué hablar.