Uno de los pocos datos positivos que trajo consigo el confinamiento es que mucha gente se refugió en los libros para escapar de terrible drama que estábamos viviendo. Se recuperaron unos hábitos de lectura que no se registraban desde tiempos remotos, unas ocho horas a la semana. No ha sido un espejismo, y esa es la buena noticia que apunta el tradicional Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros que elabora desde hace 20 años el Gremio de Editores (FGEE) y que se ha presentado en Madrid en un acto al que ha asistido el ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta

Así, el 67,9% de la población española lee libros y un 64,4% lo hace en su tiempo libre, mientras que un 21,2% por trabajo o estudios. “Estos datos reflejan no solo la salud de nuestra industria editorial, sino también de nuestra sociedad. Los países que más leen son más estables y generan una mayor riqueza. Leer ensancha la libertad, nos enfrenta a otros mundos posibles y nos hace mejores personas”, ha dicho el ministro en la comparecencia. 

Como siempre, hay una parte negativa dentro del informe que se repite año tras año. Hay un segmento de la población que no lee nunca o casi nunca, en concreto un 35,6% (aunque ha mejorado con respecto a la cifra del 2012, cuando rozaba el 50%). 

Las razones, el ritmo de vida demasiado acelerado, no hay tiempo para nada, estrés laboral o familiar. El verdadero problema, el de aquellos que aseguran que no les interesa lo más mínimo. La caída coincide con la etapa de adolescencia, a partir de los 14-15 años, ahí se produce la debacle (un 64%). Es donde sin duda hay que tomar medidas, porque la lectura en menores mantiene unos buenos datos, llegando al 83,7% entre los 6 y 9 años. Para que los jóvenes no abandonen esta costumbre, se ha recordado la puesta en marcha del Plan de Fomento para la Lectura, así como el Bono Cultural a partir de los 18 años, que también intentará paliar las desigualdades sociales y económicas. Porque otra de las grandes brechas la encontramos dependiendo del nivel educativo. Aquellos que han cursado únicamente estudios primarios alcanzan una media de 37,2%, con estudios secundarios se llega al 60% y con universitarios, al 82,1%. En cualquier caso, en todos estos grupos también se ha producido un aumento, alcanzando una subida del 5,2% en el último de ellos. 

Baja el libro electrónico

Por primera vez desde la aparición de los formatos electrónicos, desciende ligeramente el porcentaje, del 30,3% del año pasado al 29,4%, lo que podría indicar que el sector ha tocado techo, sobre todo si tenemos en cuenta que, desde el año 2017 no había dejado de subir. Mientras, los audiolibros han dado una pequeña sorpresa, situándose en un 5,2%, dos puntos por encima de la encuesta anterior. Además, se consumen mayoritariamente en inglés. 

Todas las comunidades autónomas mejoran sus índices de lectura en todos los tramos de edad y de sexo, aunque Madrid (73,5%), País Vasco (68,2%) y Navarra (68,1%) se sitúan a la cabeza, seguida de Cataluña, con un 68%, encontrándose la media española en un 64% y Extremadura en la cola con un 54,7%. 

Como siempre, las mujeres siguen liderando las tablas, algo que se acentúa con la edad, sobre todo entre los 55 y los 64 años, un tramo en el que existe una diferencia de más del 20% con respecto a sus homólogos masculinos, convirtiéndose en la franja que más impulsa a la industria editorial, razón por la que, sin duda, se intenta estar a la altura de sus expectativas en variedad y calidad.

Por último, las bibliotecas no se han recuperado después de la pandemia. Solo el 23% de la población las ha visitado en el último año, frente a un 74,7% que no, por lo que no se alcanzan a los índices de asistencia previos a a Covid, que recogían un 32%. El servicio bibliotecario más valorado es el catalán, con una puntuación de casi sobresaliente, 8,7.