¿Por qué la gente tiene que ir a ver el musical? ¿Qué les puede aportar?

Ricky Merino: Ghost juega con la ventaja de que la gente ya conoce la película. Muchas producciones son buenas pero te da mucha fuerza jugar con una película que ya se encuentra en el imaginario colectivo. Aparte, el musical no es solo la historia de Sam y Molly, sino que también hay trucos de magia, humor, unas canciones espectaculares…

Ghost está en el imaginario de la sociedad, pero seguro que también en el vuestro.

David Bustamante: Es la historia de mi familia. Mi perro se llamaba Ghost, mi perra Molly… El vídeo de mi comunión estaba hecha con la banda sonora de Ghost. Es la película favorita de mis padres, ni me acuerdo de todas las veces que la han visto. Siempre ha sido algo que formaba parte de la familia. La gente debe entender que viene a ver una adaptación, aunque sea súper fiel. El equipo es maravilloso y estamos rodeados de gente increíble. Es una súper producción. Para mis padres, ver a su hijo convertido en Sam es todo un caramelo. Es un papel complicado, bastante difícil, porque estamos continuamente en escena. Pero es maravilloso.

¿Qué aportan cada uno al personaje de Sam?

Ricky Merino: Está muy bien dirigido, estamos los dos casi igual. David y yo nunca estuvimos influenciados de lo que hacía el otro, aunque seguíamos la misma dirección. Fue bonito ver que él sobre el escenario hacía lo mismo que yo, aunque luego cada uno aporta algo personal.

Bustamante: La manera de entender, la de cantar… Para mí han sido profesores de interpretación, porque nunca había hecho nada parecido. He tenido que trabajar mucho, sobre todo por respeto a la profesión y al resto de los compañeros.

Ricky Merino: Silvia Montesinos tiene una cosa muy buena, que es una directora que está siempre, en todas las funciones. Siempre busca perfeccionar.

Bustamante: Para que no se desvirtúe, para que no caigamos en la tentación de llevar al personaje a un terreno más personal y olvidarnos del papel.

¿Se han robado algo el uno al otro?

Bustamante: Yo sí. Hay cosas que, lógicamente, de verle y oírle las he incorporado, porque me daba cuenta de que no llegaba o no lo hacía tan bien. Siempre para mejorar, sería algo no inteligente no hacerlo.

Para el público, se os ha conocido como vosotros mismos, nunca interpretando a un personaje. ¿Cómo se mete una personalidad ya conocida en un personaje?

Bustamante: Solo hay que empatizar. Es un personaje al que su mejor amigo le traiciona, al que matan por error, que ve al amor de su vida corriendo peligros… Si a ti te cuentan esa historia de primeras, sentirías lo mismo que sentimos nosotros sobre el escenario. Es muy fácil entender que es un drama, con mucha pasión, pero también hay momentos divertidos.

Ricky Merino: Para mí es un regalo no tener que hacer de mí mismo. Descansamos de nosotros. Creo que los dos estamos alejados de Sam porque son circunstancias muy distintas a las que vivimos nosotros. El trabajo de un actor es maravilloso porque te deja convertirte en algo quien no eres.

¿Cuánto se ha pulido la obra desde que se estrenó hasta su llegada a Zaragoza?

Ricky Merino: Cambios sustanciales no han habido, porque esta es la segunda temporada y los principales ajustes ya se hicieron en la primera. Ha habido mucho tiempo para perfeccionar, pero casi siempre cosas muy puntuales y pequeñas. El espectáculo ya no falla, los errores son tan pequeños que solo nos damos cuenta la gente que trabaja en él, no el público.

Bustamante: Y a nivel actoral es cuestión de ritmo. Somos una sola pieza. Llevamos meses haciendo cada día lo mismo en todos los aspectos.

¿Cómo definirían el espectáculo?

Ricky Merino: Es mágico, una historia de amor universal.

Bustamante: El espectáculo, sin más.

En el caso de David, hubo cierta polémica en torno a su elección como protagonista del musical. ¿Cómo vivió las críticas y cómo se siente en esta nueva faceta artística, ahora que ya ha pasado el tiempo?

Bustamante: La responsabilidad y la línea de trabajo me la pongo yo. Me lo he currado y la mejor manera ha sido demostrar que puedo hacerlo. Creo que ya he disipado todas las dudas que podían existir.

Ricky Merino: Él es políticamente correcto, pero a mí me parece una gran putada. Se fue muy injusto cuando él ni siquiera había subido al escenario. Creo que no fue correcto y que en el momento en el que se le ha visto se ha demostrado que las críticas no tenían ningún sentido.

¿Qué tipo de público creen que es el más fiel al musical?

Bustamante: Tengo una hija de 13 años y ha venido ya cuatro veces. Con sus amigas eh, que están deseosas de venir. Desde los 13 seguro y hace poco vino una mujer de 89 años. Creo que una historia de amor así le gusta a todo el mundo.

Ricky Merino: Creo que con las redes sociales la gente más joven está más cerca de las distintas artes, y por eso se atreven a probar en persona aquello que ven.

Quizá el precio sea lo que más le cueste a los jóvenes...

Bustamante: Todo cuesta, pero es que esto es una super producción, con profesionales y un montaje como la copa de un pino.

Ricky Merino: Hay que pagar a mucha gente, porque hay un equipo enorme y de profesionales muy cualificados. Somos el tercer país que más musicales consume y hoy la Gran Vía, como referencia, está justo detrás de Broadway del West End.

Bustamante: Es un género increíble porque estás viendo de todo: magia, música, espectáculos, colores, luces… Ya lo opinaba antes, porque me gustaban muchas, pero ahora estoy seguro de que el artista de musicales es el artista más completo que existe. Bailan, actúan y cantan, saben hacer de todo y todo bien.