Carlos Saura ha sumado este domingo otro reconocimiento en su larga carrera y larga vida -"tengo 90 años y tres meses, siete hijos y cincuenta películas"-, la Biznaga de Honor del Festival de Málaga que el prestigioso cineasta ha recibido como acicate para seguir trabajando, y con el mismo espíritu que si fuera un Goya de Honor (que no tiene), ha bromeado.

Antes de recibir el premio y en un encuentro con un reducido grupo de periodistas, entre los que se encontraba Efe, el veterano cineasta ha reconocido que, a pesar de su edad, tiene muchos proyectos pendientes: retomar su antiguo empeño sobre Picasso, que iba a hacer con Antonio Banderas y que frustró la participación de éste en Genius, las serie sobre el genio, o un documental en el que trabaja ahora sobre la historia del Arte con José Luis Arsuaga.

"Arsuaga dice una cosa muy interesante sobre la muerte, dice que es un regalo envenenado del ser humano. Y yo estoy vivo y respiro. Cada día que sale el sol digo, coño, estoy vivo todavía. La vida es un milagro, porque hay tantas cosas que pueden fallar en nosotros mismos...", dice el realizador de Carmen (1983) a preguntas de Efe. "Y luego -añade-, ya está el cerebro...pues 'cerebro' verte bien", dice, y se ríe abiertamente.

El director de cintas míticas como Ay, Carmela (1990) o Cría cuervos (1976), ha derrochado sentido del humor y alardeado de buena memoria, sin evitar una sola pregunta. Ha reprochado a Estados Unidos su cinismo al clamar por un alto el fuego en la guerra de Ucrania "sin recordar sus propias bombas en Hiroshima, en Nagasaki". "Todos los políticos son unos cínicos, bueno -se corrige-, espero que no todos".

Preocupado por la actualidad

Se reconoce preocupado por el momento bélico actual, aunque apunta que "la verdad es que no tenemos todos los datos sobre la guerra, la información hay que tomarla mitad y mitad", dice, y se preocupa más por el momento "gravísimo" para España: "Está subiendo la luz, el gas, y hoy tenemos un problema con Argelia, es lo que nos faltaba", vuelve a salir el Saura reivindicativo.

"He sufrido la guerra española, he visto las bombas, los muertos en la calle en Barcelona, Madrid y Valencia y espero que eso no se vuelva a reproducir en este país", señala, a la vez que reprocha a los políticos españoles "no se pongan de acuerdo" porque "esto puede acabar en otra guerra".

En su opinión, ahora "hay un fermento que puede ir a mayor". "Espero que no se repita, porque en la república había un gobierno legal y no se gano nada: se levantaron los militares y la iglesia y los españoles no aprendieron nada", se lamenta.

En la ultima guerra, recuerda, "murieron 60 millones, qué barbaridad, pero no se habla de los heridos y traumatizados como yo, que sigo obsesionado con la guerra, haciendo películas, y escribiendo libros sobre la guerra que sigo queriendo llevar al cine".

Nonagenario, lúcido, divertido, se sorprende que jóvenes promesas del cine internacional, como los ganadores del último Festival de Cannes, le hayan citado como referencia: "Si ellos lo dicen...Aunque también depende de lo que hagan", advierte.

Así, apunta que "no hay que ser muy humilde, porque la humildad te destroza" y que a él le gustaría estar en el término medio.

Pero no puede evitar la modestia de esperar que "algunas de sus películas continúen" y resistan al paso de los años, y reconoce que su película favorita "no es La caza" (1966), ganadora del Oso de Plata de Berlín; en cambio, cita Io, don Giovanni (2009) y sobre todo, sus musicales.

Agradecido por los premios

Reacciona con más bromas a los cumplidos y agradece sinceramente los premios; este, el máximo reconocimiento del Festival de Málaga, "con orgullo y agradecimiento, me parece estupendo que se acuerden de este vejestorio".

"Me quedan muchos proyectos pendientes -termina la conversación-. Alguno no se hará, porque soy muy mayor, como Esa luz, una novela, una especie de testamento (...) Del pasado, ya solo me interesa la guerra española".

El Festival ha programado Goya 3 de mayo, su última película, un corto antibelicista inspirado en el cuadro de Francisco de Goya Los fusilados del tres de mayo, una preciosidad de cuadro muy alentadora, pero en su opinión, sin la fuerza pacifista de otros, como el Gernika