¡Viva Goya! Que soy yo». Con un tono cómico, sarcástico y socarrón (al más puro estilo de su persona según ha trascendido), el aragonés más ilustre inauguró las Fiestas Goyescas desde el balcón de la plaza del Pilar y ante unos pocos miles de personas que no quisieron perderse la aparición en carne mortal del aragonés más universal de la Historia.

Desconocemos si en los siglos XVIII y XIX las temperaturas en mayo eran tan elevadas como las que se tuvieron que soportar ayer durante todo el día pero, lo cierto, es que alrededor de 500 personas protagonizaron el desfile goyesco que mostró cómo se vivía en la época del de Fuendetodos. Y lo hizo divididos en los 16 barrios en los que entonces estaba dividida la ciudad que, por cierto, contaba con una población estimada de 49.000 personas. Fue un desfile ágil, nada que ver con otro tipo de pasacalles que acoge la ciudad en otras fechas, en el que aparte de la vistosidad de los trajes de época (la mayoría hechos y preparados por los propios participantes del desfile) había algún número acrobático incrustado entre los barrios, aunque no en demasía. Cierto es que los protagonistas de estos malabares fueron los que se llevaron los mayores aplausos de la tarde en un desfile que partió del Balcón de San Lázaro y prosiguió por el Puente de Piedra, Don Jaime I, Espoz y Mina y Alfonso I hasta llegar a la plaza del Pilar.

Recrear las clases sociales y profesiones

 Y es que una de las claves de este pasacalles es que trataba de recrear a las distintas clases sociales y profesiones que convivían en esa época, así como diversas manifestaciones festivas del momento, músicos, malabaristas, lanzadores de fuego, acróbatas, etc.

A pocos metros de donde terminaba el desfile y mientras las 500 personas se colocaban para escuchar con fervor el pregón que iba a dar inicio a estas peculiares fiestas, el minicampamento napoleónico montado para la ocasión despertaba expectación entre la gente... pero más aún el photocall goyesco que se ha instalado a escasos metros. «Pero, hombre, hazme la foto que se vea el marco que a todo te tengo que enseñar», decía de modo jocoso una mujer a su pareja mientras otro prefería retratarse con el cuadro de los fusilamientos del 3 de mayo de Madrid. Desde luego, la pintura de Goya (aunque sean unas copias, evidentemente) sigue generando atracción entre los zaragozanos.

El genio de Fuendetodos salió al balcón con su amigo Martín Zapater y las autoridades de la época

Estaba anunciado a las 21.30 horas pero tenía tantas ganas de enfrentarse a sus ciudadanos después de tantos años que Francisco de Goya adelantó su salida al balcón flanqueado por, entre otros su amigo Martín Zapater y las autoridades de la época. Bueno, y las actuales, claro. El alcalde Jorge Azcón y la vicealcaldesa y responsable cultural, Sara Fernández, flanquearon al pintor y le introdujeron en unos discursos llenos de loas y alabanzas a Goya, a los zaragozanos y, «a los peñistas» entre la algarabía de buena parte de los que habían desfilado merced al convenio con Interpeñas y la Unión Peñista.

Era el momento de Goya y, ante unos pocos miles de personas (tampoco es que la plaza estuviera especialmente repleta de gente), encaró su pregón desde la jocosidad y el protagonismo que siempre se achacó dejando de lado las malas experiencias que pudo tener en su ciudad, «viva la Zaragoza de mi alma», dijo el pintor que realizó un discurso largo en el que quiso recordar su infancia y su presencia por las calles de la ciudad y su amor fraternal a los «zaragozanos y zaragozanas».

Y tras la alocución que no podía acabar sin las loas a la ciudad y a las fiestas, llegaba uno de los momentos más esperados de estas Fiestas Goyescas, el videomapping Goya. El trazo maestro, que desveló en la fachada del ayuntamiento ante la atenta mirada del propio Goya (los anacronismos que permite el siglo XXI y los homenajes concretamente, ya saben) la trayectoria del genio aragonés.