"Contar las cosas sin drama es una forma culta de vivir. El silencio, por el contrario, es la forma paleta". Estas palabras definen perfectamente a quien las pronuncia, Cristina Fallarás. Y también a su nueva novela. La escritora y periodista zaragozana, caracterizada por sus verbos directos a la yugular de quien los escucha y lee, ha visitado este sábado su tierra natal para presentar su último libro, La loca (Ediciones B). La novela sirve para identificar a las mujeres actuales con el tormento y el maltrato al que estuvo sometida, como tantas otras a lo largo de la historia, Juana I de Castilla, hija de los Reyes Católicos y popularmente conocida como "la loca".

Durante muchos años, como ha reconocido Fallarás en el acto celebrado en la librería La pantera rossa, era tónica habitual en las escuelas españolas el hablar de dos mujeres cuando los maestros se referían a la historia: la Virgen María e Isabel la Católica. Algo contra lo que la escritora siempre ha luchado: "Es una vergüenza que no conozcamos la verdadera historia de Juana de Castilla, la primera reina de España". En la misma línea se ubicaba su novela anterior, El evangelio según María Magdalena (Penguin Random House, 2021), una reinterpretación sobre otra figura femenina históricamente maltratada. Porque no hay mejor forma de conocer y mejorar nuestro presente que conocer nuestro pasado real, desde todos los puntos de vista. Dos novelas que guardan una estrecha relación, y que forman parte de una trilogía que se terminará de desarrollar próximamente.

"Su único delito fue oponerse a la educación real", dice la periodista

Volviendo a La loca, el objetivo de Fallarás ha sido dar a conocer la verdadera biografía de una mujer interesantísima, más allá de apodos y sobrenombres. "Con 16 años, cuando es mandada a Flandes, Juana hablaba varios idiomas, tenía conocimientos de filosofía, matemáticas o astronomía, tocaba instrumentos complicadísimos incluso para los músicos profesionales. Y con toda esa formación, la mandan a ser la esposa de", explicaba la autora. Fallarás también ha querido destacar el interés de Juana por el deporte: "Era la mejor amazona del reino. Hacía ejercicio con frecuencia, algo inusual en la época". En definitiva, se trataba de una mujer "muy especial", cuyo único delito, según la periodista, fue "oponerse a la educación real". En este sentido, su forma de vestir constituye uno de los mejores ejemplos. "Ya me dirás tú cómo se monta a caballo vistiendo como una reina", pregunta retórica e irónicamente. Una serie de condicionantes que contribuyeron a que la fama de loca se adhiriese a su personalidad de por vida.

Juana no estaba "loca"

"El último reducto en el que nos ganan es en el amor romántico", proseguía Fallarás. Un romanticismo que también le fue atribuido para justificar algunas de sus actitudes. Cuando Isabel la Católica murió, pidió expresamente que no gobernasen en su reino ni su yerno, Felipe el Hermoso, ni su marido, Fernando de Aragón. "Isabel es la base de todo. Esa decisión hace que ambos se reúnan y firmen un documento en el que argumentan que Juana estaba loca", asegura la escritora. Todo, como no, para acumular el poder político que se les quería denegar.

Cristina Fallarás presenta 'La loca' (Ediciones B) ANDREEA VORNICU

Juana de Castilla, motu proprio –y no en contra de su voluntad, como se había contado siempre–, se encerró en el Monasterio de Tordesillas. Los monasterios, en contra lo que pueda parecer, tenían un decisivo papel en la política del reino, más allá de sus supuestas acepciones religiosas. "Hasta Erasmo de Róterdam, uno de los mayores pensadores del Renacimiento, destacó el brillante papel político que jugaban en España estos lugares", ha afirmado Fallarás, quien señala que las mujeres que los habitaban no eran precisamente monjas: "Eran mujeres de la altísima nobleza, que se reunían en círculos femeninos cerrados para ejercer labores artísticas, de conocimiento y, sobre todo, políticas". Al respecto, la periodista aragonesa los compara con los círculos similares que conformaban las sanadoras en la época de María Magdalena, abordados en su anterior novela.

En definitiva, Cristina Fallarás pretende con esta obra seguir contando la otra cara de la historia, la no revelada y siempre ocultada o manipulada, para cambiar la concepción tanto del presente como de los tiempos pretéritos y futuros. "La historia está contada a través de la guerra y de la muerte, batalla a batalla, no a través del conocimiento", concluye. Algo que la periodista está decidida a cambiar.