El Periódico de Aragón

El Periódico de Aragón

LITERATURA

Crítica de 'La vida anterior de los delfines': Ayer no termina nunca

Kirmen Uribe viaja hasta los tiempos de la Gran Guerra en su última novela

El escritor vizcaíno Kirmen Uribe. JAIME GALINDO

Hay libros que significan mucho porque ayudan a descubrir, y también los hay que invitan a la reflexión por lo que supone reconocerse en sus páginas. Acabo de añadir a mi lista un título que me ha despertado de golpe, obligándome a participar en una hermosa alternancia de pasado y presente que muestra hechos apasionantes, que son los que empiezan siendo extraordinarios y terminan integrándose en lo cotidiano aportando a cada época su grandeza. Echando la vista atrás, no faltan en la Historia personajes que se han dejado la piel durante siglos en la defensa de sus ideales, y su figura se agiganta si la principal pretensión es la de alcanzar una paz global.

Aquí irrumpe una de esas protagonistas merecedoras de atención, aplauso y consideración. No voy a mentir: antes de leer esta estupenda obra, La vida anterior de los delfines, que ha sido publicada recientemente por la editorial Seix Barral, yo no conocía a Rosika Schwimmer, y tampoco miento si afirmo que procuraré no olvidarla en adelante. Ni a ella ni a su asesora, ayudante o biógrafa, no sabría yo muy bien concretar qué término se utiliza cuando en realidad la entrega a dicha tarea es total e incondicional, Edith Wynner. Corrían los difíciles tiempos de la Gran Guerra, urgía pararla de la manera que fuera, recurriendo a conferencias y discursos, mandatarios poderosos, empresarios influyentes o símbolos de gran connotación a los que la ciudadanía pudiera recurrir cada vez que así lo sintiera concediéndoles un significado especial.

El ruido de las bombas no cesa

A mí siempre me han parecido unos años llenos de magia y de expectativas. Supongo que quien los vivió, y por ende los sufrió, estaría encantado de decirme cuatro cosas. Pero retrocedo en el tiempo, me sitúo y me relajo a pesar de las trágicas circunstancias que afectan al continente europeo. Me gusta saber que los obstáculos que a esta mujer le hicieron tropezar una vez tras otra no la hicieron dudar de sus convicciones, y que sentó las bases de organismos o filosofías que vendrían después y que lamentablemente se las verían con nuevos conflictos. Ella fue una persona necesaria, ella es un referente necesario, más aún al comprobar que a día de hoy el ruido de las bombas no cesa. La narración le da firmeza, fuerza e integridad; los hechos hablan por sí mismos; sus palabras le otorgan seguridad; su ímpetu esconde carácter; sus viajes portan un único mensaje; sus riesgos implican belleza; sus silencios se traducen como dignidad.

Kirmen Uribe, el autor de esta novela, cuenta además cómo llega y se instala, junto a su familia, en la ciudad de Nueva York. Y lo hace para investigar in situ sobre la vida de Rosika, interminables cajas de documentos que hay que ordenar y analizar antes de ser devorado por ellas. El nuevo hogar que forman es sólido, lo que no evita que emerjan las incertidumbres, los contratiempos inesperados, los problemas cotidianos y, como colofón, la llegada de una pandemia ante la que resulta imposible ser resolutivos. Una vez más pasado y presente se entrelazan en este homenaje a las raíces que por momentos rezuma añoranza. Es preciso mirar atrás para mirar adelante, y seguir más allá del charco unidos a los suyos, a los amigos, a las costumbres, a los paisajes, a la lengua, el euskera, del que no faltan expresiones, frases o poemas que se integran a la perfección en el texto añadiendo riqueza y despertando curiosidad.  

Serenidad, recuerdos y anécdotas

Nora, la esposa del narrador, toma la palabra a partir del libro segundo. Valiéndose de recuerdos y de anécdotas, y sin abandonar en ningún momento la serenidad de su tono, le cuenta a su amiga de toda la vida, Maider, cómo están las cosas, las que ocurrieron y las que están por pasar, también las que no comprendió en su momento y las que, por el contrario, jamás habrán de ser cuestionadas. Nora se refiere a su pareja en un curioso juego literario, porque el autor le da voz para convertirla en su propio espejo. Nora sabe lo importante que es en casa la figura de Rosika, y no puede evitar rememorar algunas de las vivencias personales propias que, nacidas de sus convicciones, abrieron caminos que no han dejado de transitar.

Hay libros, en efecto, que nos conducen a los lectores por territorios inexplorados y que nos invitan incluso a conocer leyendas que nos enseñan que aquello que ocurrió ayer nos está hoy cambiando por dentro. Como aquellos hombres que se transformaban en delfines…

Compartir el artículo

stats