El Periódico de Aragón

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MÚSICA

Guardando las distancias: Cállense un poco, háganme el favor

No concibo que alguien pueda ir a un concierto a no escuchar la propuesta musical

Adriana Calcanhotto en el concierto que ofreció en la plaza San Bruno de Zaragoza. ANDREEA VORNICU

Es obvio que es difícil declararse inocente de algo o asegurar categóricamente que nunca has hecho tal cosa... Menos en los tiempos que corren en los que todo es tan volátil que hasta uno se olvida de lo que ha hecho o ha podido hacer. Dicho esto, no soporto a la gente que va a los conciertos a hablar. Sí, simplemente a hablar, a comentar con el de al lado normalmente cosas que nada tienen que ver con lo que tienen delante de sus narices y, además, si lo pueden hacer en voz relativamente alta (ya saben, que es que los músicos les molestan y no les dejan conversar tranquilamente), mejor.

No concibo que alguien pueda ir a un concierto a no escuchar la propuesta musical y como única solución a mi acertijo mental encuentro que vayan atraídos por un amigo o simplemente pasaban por allí (el riesgo de los conciertos de entrada libre en la calle es este, claro). Bien, ni siquiera en ese caso puedo comprender que te dediques a hablar con el de al lado molestando a todos los que están alrededor que, a lo mejor, qué locura se me ocurre, sí quieren disfrutar de la actuación. Y digo que no lo entiendo porque, en ese caso, lo que demuestran es primero una falta de educación alarmante y, lo que creo que es más grave, una carencia de empatía que suele ser la puerta a muchas otras cuestiones que desbordarían este artículo.

La verdad es que me gustaría que se dieran por aludidos todos esos que me han fastidiado una serie de conciertos, o por lo menos, me han hecho buscarme otro acomodo entre el público porque es que ni chistándoles se dan por aludidos. Está claro que, para ellos, quizá, los que molestamos somos el resto de las personas.

Está claro que, para ellos, quizá, los que molestamos somos el resto de las personas

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Puestos a especular me gustaría pensar que no son personas que suelan acudir a muchos actos culturales (¿se los imaginan haciendo algo parecido en el teatro o incluso en una sala de conciertos como la Mozart?) y que, para ellos, esto de la cultura no es más que un complemento para sus vidas que se puede utilizar como uno más guste. La cultura es una manifestación humana que precisamente nos hace mejores, fomenta la empatía y nos ayuda a encontrar la belleza de una manera diferente a la que estamos acostumbrados en nuestro día a día. Por eso, generar un público cultural ávido e inteligente es el primer paso para conseguir una sociedad mejor, incluso más justa e igualitaria ya que seríamos más conscientes de otras realidades.

Cuando las cosas se hacen con mimo, con tiento y, sobre todo, con gran sabiduría musical y destreza programática, el resultado no puede ser otro que el éxito

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Los conciertos en la calle se seguirán celebrando, desgraciadamente los de la plaza San Bruno no hacen más que demostrar que los moscones siguen existiendo, y quizá sea el momento de hacer respetar la cultura y crear esa simbiosis entre el público y los creadores. Para eso, es obvio que solo hay un camino, la educación...

Mientras tanto, y esperando que esto llegue algún día, nos queda disfrutar todavía de una serie de conciertos de entrada gratuita al aire libre dentro del festival Música al raso (Kiki Morente, Frente Cumbiero y Derby Motoreta’s Burrito Kachimba) que se está revelando como una de las citas más destacadas de la programación musical del año... y eso que todavía nos queda todo el verano por delante. Cuando las cosas se hacen con mimo, con tiento y, sobre todo, con gran sabiduría musical y destreza programática, el resultado no puede ser otro que el éxito. Lo de que haya gente que acude a charrar, desgraciadamente es algo que no se puede evitar y que no es achacable a nadie más que a ellas. 

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