Aún no se ha decidido formalmente, pero el Parque Grande José Antonio Labordeta tiene muchas posibilidades de convertirse en la sede estable de la Feria del Libro de Zaragoza. Las tenues dudas que la nueva ubicación despertaba entre algunos editores y libreros se han disipado este año de un plumazo con una edición «espectacular», en palabras de varios expositores. La organización de la feria (la Comisión Permanente del Libro de Zaragoza, Copeli) no ha dado este domingo cifras de visitantes, pero todas las fuentes consultadas han coincidido en que esta edición ha sido incluso mejor que la del año pasado, cuando más de 25.000 personas visitaron la feria. Así, esta de 2022 quizá pase a la historia como la edición en la que se fraguó la nueva sede permanente de la gran cita literaria de la capital aragonesa después, claro, del Día del Libro.

«El mayor miedo era que la gente no viniera entre semana pero no ha sido así, por lo que todo apunta a que el año que viene repetiremos ubicación. De todos modos, aún tenemos que decidirlo entre todos con calma», ha indicado el vicepresidente de Copeli, Rafael Yuste. «No debería haber dudas. Este es el sitio ideal. Ahora solo falta que la feria se asiente en el parque durante algunos años para que la gente asocie la cita directamente con esta ubicación», ha subrayado Javier Lafuente, director de la editorial Doce Robles.

Hasta esta edición, la cita llevaba celebrándose varios años en la plaza del Pilar y antes recaló en la plaza Aragón e incluso en el paseo Independencia. «Muchos clientes nos han comentado que con este calor no se hubiera podido estar en la plaza del Pilar», ha señalado Yuste. La nueva ubicación también ha atraído a muchas familias con niños, un publico «muy importante», como ha reconocido el presidente de Copeli, César Muñío, quien, no obstante, ha apuntado que quedan detalles por pulir.

«Quizá podamos buscar un sitio con más sombra, como por ejemplo el paseo de los Bearneses, aunque eso lo tendremos que acordar con el ayuntamiento», ha señalado Muñío. Yuste también ha apuntado que habría que mirar la posibilidad de instalar algún 'foodtruck', porque los quioscos del parque siguen cerrados.

Aspecto de la feria este domingo. Jaime Galindo.

Aun sin refrigerios, la feria ha cerrado este domingo una edición «espectacular», en palabras de Daniel Viñuales, de GP Ediciones. «Reconozco que yo era de los que tenía algunas dudas pero ha salido todo genial, así que sería muy raro que no repitiéramos», ha añadido.

Según Yuste, «se ha igualado o incluso superado» tanto el número de visitas como la cifra de ventas del año pasado, cuando el aforo aún estaba controlado por la pandemia (en esta edición ya se podía pasear libremente). «En nuestro caso (editorial Prames) ha habido tardes entre semana que hemos duplicado las ventas en comparación con el año pasado», ha destacado Yuste.

La nueva ubicación de la feria, que este domingo ha puesto fin a nueve días de intensa actividad, también ha permitido desarrollar mejor y con más espacio los actos programados (este año ha crecido la cifra gracias al aumento de la asignación económica del ayuntamiento).

Satisfacción también en Huesca 

La feria ha contado con 65 casetas de 48 expositores que se han instalado a lo largo del paseo principal del Parque Grande. Más de 300 autores, doce librerías y 30 editoriales han participado en una cita que ha contado con cuentacuentos, talleres, títeres, conciertos, recitales de poesía y hasta batallas de gallos. Un intenso programa de actividades que se ha desarrollado sobre todo en el Quiosco de la Música del parque.

En esta edición, el cómic ha estado especialmente presente, comenzando con la elección del pregonero, que este año fue el aragonés Antonio Altarriba, Premio Nacional de Cómic en 2010. Los talleres también han sido protagonistas en la Feria del Libro de Huesca, que ha cerrado este domingo sus puertas con satisfacción tras diez días de intensa actividad.

Esta no es la primera vez que la organización de la cita zaragozana aterriza en el Parque Grande. El Día del Libro ya tuvo que celebrarse ahí el año pasado debido a la pandemia, una cita en la que el mayor problema fueron las filas que se registraron para acceder al recinto. Este año, ya sin vallas ni aforos restringidos, la nueva ubicación parece haber convencido a todos.