El Periódico de Aragón

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CINE

Guardando las distancias: El mejor festival... del mundo

Destacar año tras año solo puede tener un motivo detrás, el conocimiento y el trabajo

Terry Gilliam, el pasado miércoles, en el Festival de Cine de Huesca. JAIME GALINDO

En el vermú que protagonizó el pasado miércoles en la plaza Luis López Allué de Huesca, Terry Gilliam fue tan extremadamente sincero que reconoció que buscó en Google Huesca cuando le dijeron que le querían entregar este año el premio Luis Buñuel del festival. A Gilliam le ha acompañado este año como gran invitado de la cita nada más y nada menos que Diego Luna. Este sí conocía Huesca de sobra tal y como confesó en su presencia en la ciudad. Dos personalidades ilustres mundiales que no han dudado en acudir al Festival de cine de Huesca que ha cumplido sus Bodas de Oro. Sí, 50 años. Medio siglo sosteniendo una programación continuada, de calidad, apostando por los cortometrajes para convertirse en una preselección para los Oscar (no muchas citas pueden decir lo mismo) y, sobre todo, implicando a la ciudad y colocando su nombre hasta llevarlo a muchos kilómetros de distancia.

Las comparaciones siempre son odiosas y hasta pueden parecer en según qué caso poco elegante, pero las evidencias conviene no ocultarlas sino amplificarlas. El Festival de Huesca es el mejor festival de Aragón y lo es merced al buen trabajo realizado y abnegado en muchas ocasiones.

Actualmente, el equipo capitaneado por Rubén Moreno rodeado de personas especialmente válidas como Jorge Puértolas (director artístico), entre otros muchos, conoce muy bien el funcionamiento del sector y, sobre todo, sabe el camino para, a partir del territorio, convertir una cita en un verdadero acontecimiento. Todo en unos tiempos en los que destacar no es tan sencillo debido a la cantidad de ofertas con las que hay que competir y, también (no hay que obviarlo), hacerlo desde Huesca en una comunidad en la que en demasiadas ocasiones se pone el foco exclusivamente en Zaragoza.

Que las Bodas de Oro del Festival de Huesca hayan tenido una gran repercusión mediática tiene que ver, obviamente, con la presencia de Terry Gilliam y Diego Luna, pero que la cita año tras año (incluso reinventándose en plena pandemia) vuelva a ser una de las más destacadas de la comunidad aragonesa solo puede tener un motivo detrás, el buen trabajo realizado.

Ese género al que tantas veces se ha dado por muerto y que siempre regresa con más vigencia y fuerza que nunca para reivindicar que son los prescriptores del futuro

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Todo sin dejar de lado la verdadera esencia del Festival de Huesca, los cortometrajes. Ese género al que tantas veces se ha dado por muerto y que siempre regresa con más vigencia y fuerza que nunca para reivindicar que son los prescriptores del futuro. Y ahí, Huesca siempre ha tenido claro cuál era su foco y su esencia para fortalecer su apuesta sin necesidad de aires de grandeza que han atacado a otras citas españolas. Despacito y con buena letra como diría aquel (casi) siempre se llega muy lejos.

Una excusa maravillosa

Terry Gilliam tuvo que buscar en Google dónde estaba Huesca aunque también confesó que lo primero que pensó que le brindaban «una excusa maravillosa para estar por Aragón». Lejos de ser una afrenta esta declaración no es más que una prueba de que el Festival de Huesca vuela muy alto y lo seguirá haciendo. Sin conocer la ciudad, sin ser una gran capital europea, consigue atraer a figuras de primer nivel. ¿Acaso no es la prueba fehaciente de que estamos ante un evento único que no debemos ni ignorar ni dejar escapar?

Por todo esto, solo nos queda brindar por estas Bodas de Oro que acaban de pasar pero, sobre todo, porque dentro de 50 años podamos seguir hablando de un Festival de Huesca de primer nivel que no ha dejado de crecer como lo ha venido haciendo hasta ahora. Enhorabuena. 

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