La memoria es tozuda, y de la misma manera que borra recuerdos que no le gusta conservar, se empeña en traer al presente hechos y acontecimientos que un día se grabaron por su especial interés. Así ocurrió el martes en el concierto zaragozano de Wilco, dentro del ciclo Música al raso. Parte de los seguidores de la banda de Jeff Tweedy que acudieron al Jardín de invierno (2.500, según la organización) tenían un vívido recuerdo de las excelentes actuaciones que ofreció en la ciudad en 2005 y 2007, y en especial de la primera de ellas. Súmese a eso que Nels Cline, el singular guitarrista del grupo causó baja por enfermedad, y, pese a la probada fidelidad hacia Tweedy, surgieron dudas sobre cómo iba a desarrollarse la velada.
La ausencia de Nels probablemente obligó a Jeff a cambiar el programa, que desarrolló arropado por Glen Kotchke, batería; John Stirratt, bajo; Mikael Jorgensen, sintetizadores, y Pat Sansone, quien alternó teclados y guitarra. Tal vez haya que anotar también que no es lo mismo escuchar a Wilco en un recinto abierto que en un local cerrado. Así las cosas, en larga actuación, Tweedy y sus muchachos mantuvieron lo que podríamos llamar un perfil medio, salpicado, eso sí, por interpretaciones notabilísimas. Piezas de Cruel Country, su disco más reciente, y revisiones de canciones de otros álbumes de su gozosa discografía dieron forma a un repertorio marcado en general por los tiempos medios.
Con todo, tras un inicio algo discreto (I’m My Mother, Cruel Country, I Am Trying To Break Your Heart, Hummigbird…), el tono del concierto subió a partir de War On War, de manera que composiciones como At Least That’s What You Said, How To Fight, Hearts Hard To Find, Jesus y Lifetime, entre otras, subiesen el ánimo de los más escépticos. El apartado de bises, con trallazos como California Stars, Monday, Outtaside, I Got You y un cierre que no anoté, dibujó una despedida de altura.
Ir a escuchar a Wilco con la foto fija de lo que un día fue un concierto memorable es lo mismo que acudir a ver a Dylan esperando que cante con guitarra de palo. No fue esa mi actitud, ni probablemente de muchos de los espectadores que, se palpaba en el ambiente, disfrutaron a conciencia. Mas no puedo decir que saliese de la actuación tocado por la gloria. No pasa nada; Wilco es mucho Wilco, aunque el martes me pareciese menos que en otras ocasiones.