El Periódico de Aragón

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ARTES PLÁSTICAS

El sastre aragonés que ahora expone en el Reina Sofía

Néstor Sanmiguel Diest dejó a los 50 años su trabajo como patronista para dedicarse en exclusiva a la pintura

Néstor Sanmiguel Diest, junto a una de sus obras expuestas en el Reina Sofía. JOAQUÍN CORTÉS / ROMÁN LORÉS

En el año 2000, el aragonés Néstor Sanmiguel Diest decidió dejar su trabajo como sastre para dedicarse en exclusiva a su gran pasión: la pintura. Tras toda una vida creando de forma no profesional tras finalizar su jornada laboral, al zaragozano no le temblaron las piernas a la hora de darle un giro de 180 grados a su vida. Ahora, dos décadas después, su obra se muestra en el Reina Sofía, en la exposición 'La peripecia del autómata', que se expone paralelamente en el Museo de Arte Contemporáneo del País Vasco (Vitoria). Pero, ¿quién es este artista que triunfa a sus 73 años?

Néstor Sanmiguel Diest nació en Zaragoza a mediados del siglo pasado. Como a todo niño, le gustaba entretenerse con cualquier actividad que en ese momento le llamase la atención. En su caso, dicho interés fue muy claro desde el principio, la pintura. "Comencé a dibujar en el colegio, donde se fijaron que lo hacía bien", explica. Desde ese momento, nunca paró: "Dibujaba todo lo que veía desde la ventana de mi casa. Vivía en un octavo, por lo que podía apreciar hasta la Química y la zona de los Pontoneros, al fondo del río". Unas ventanas que, casi tres cuartos de siglo después, siguen asomando en sus trabajos. "Mi pintura es muy abstracta, pero de vez en cuando abro ventanas para ver otra parte de la realidad", afirma el pintor.

Sastre en la fábrica

Pero no todo ha sido un camino de rosas. Siendo muy joven, como tantos otros, tuvo que emigrar junto a su familia para ganarse el pan. Su primera parada fue San Sebastián, lugar del que nace su "relación" con el País Vasco, hasta el punto que es en Vitoria donde ahora muestra la segunda parte de su exposición y donde dio sus primeros pasos profesionales. Tras la estancia en la ciudad vasca, volvió a emigrar. Esta vez, su destino fue Aranda de Duero. Fue en la localidad burgalesa donde el aragonés echó raíces: "Lo más interesante fue hacer el bachillerato ahí, pude hacer amigos y seguir adelante".

"Procuraba ir todos los días al taller a seguir pintando, como si fuera una segunda parte de mi trabajo", cuenta el aragonés

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Poco después llegó la mili. "Hice el servicio militar en Getafe, y aproveché para matricularme en la Escuela Superior de Sastrería de Madrid", cuenta. Una formación que le permitiría regresar a Aranda de Duero y empezar a trabajar en la fábrica del pueblo como patronista. "Era un trabajo que me gustaba, no me resultaba incompatible para seguir con mis pinitos artísticos", señala el pintor. Una pasión que procuró mantener a toda costa, pese a que las circunstancias laborales no siempre eran las más propicias: "En teoría, tenía que salir a las ocho de trabajar, aunque siempre se hacía tarde. Aún así, procuraba ir todos los días al taller a seguir pintando, como si fuera una segunda parte de mi trabajo".

Una de las obras de Néstor Sanmiguel Diest en el Reina Sofía. Efe

Sin embargo, a los 50 años, decidió dar un vuelco a su vida. "Fue un salto bastante grande, porque suponía hacerme autónomo y tirarme al pozo sin saber muy bien qué había", admite, aunque añade que "no fue muy traumático". Eso sí, reconoce que los problemas comenzaron a llegar cuando vio "pasar los trimestres sin ingresos, sobre todo al principio".

Sus circunstancias laborales como patronista, muy particulares, han tenido cierta influencia en su obra posterior: "Tal vez lo que más me ha influido es la meticulosidad en el trabajo, ya que era sastre a medida. Me exigían el patronaje con tres decimales, y esos trabajos manuales a conciencia, en detalle, siguen en mi arte".

La exposición del Reina Sofía cuenta con 130 obras que la comisaria, Beatriz Herráez, define como "inclasificables"

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Tras unos primeros años junto a una galería vitoriana que no le aportaba "demasiados ingresos", pero sí "cierta trayectoria", fue captado por la galería Maisterravalbuena de Madrid, además de otra galería de Berlín con la que ha estado trabajando hasta hace bien poco. "Todo ha sido seguido, casi no me ha dado tiempo a enterarme de nada", asegura Sanmiguel Diest.

Recompensa al trabajo

Todo este viaje se vio recompensado hace unos meses, gracias a una llamada que cogió de improvisto al propio protagonista: "Cuando me llamaron para proponerme una reunión con el Reina Sofía, la sorpresa fue enorme. No me lo esperaba porque estoy entrando en una edad de cierta vejez, además de estar refugiado en un pueblo como Aranda de Duero". En cualquier caso, la propuesta fue "rotunda", hasta el punto que "ya tenían en mente incluso quien iba a comisariar la exposición", por lo que el pintor admite que este recorrido le ha supuesto "todo un placer".

Otra de las obras expuestas en 'La peripecia del autómata'. Efe

La humildad es una de las señas de identidad de Néstor Sanmiguel Diest. Tanto es así, que ni él mismo alardea de las intenciones que residen tras sus trazos. Con todo, señala que su fin principal es evocar "la cuestión sentimental": "Los sentimientos se han reducido. El cristianismo cuenta 14, el budismo llegó a los 64... Pero yo he llegado a la conclusión de que son infinitos, con multitud de ramificaciones, y ese es el terreno en el que me muevo". Como pintor, procura definir su arte como "procesual". "Dentro de los procesos, casi todo son combinaciones numéricas y matemáticas", subraya un artista que sigue creando a diario y que no tiene intención alguna de jubilarse. "Sigo yendo al taller todos los días", asegura.

La exposición, situada en el Palacio Velázquez del Retiro, se puede visitar hasta el próximo 19 de septiembre. Mientras, la muestra paralela de Vitoria, disponible en las mismas fechas, aporta elementos complementarios a las 130 obras "inclasificables" –en términos de Beatriz Herráez, comisaria de la muestra– presentes en el Reina Sofía.

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