La obra 'El paso de Roncesvalles', firmada por Mariano Barbasán ya forma parte de la colección permanente del Museo Goya. La Fundación Ibercaja ha incorporado recientemente el óleo realizado por el artista aragonés y que se sitúa en la tercera planta, dedicada al legado de Goya, que reúne las pinturas y esculturas de artistas de los siglos XIX y XX. Con esta nueva incorporación, el corpus artístico del museo lo completan un total de 522 obras.

'El paso de Roncesvalles', que cuenta con unas medidas de 107x110 cm, representa la batalla de Roncesvalles que tuvo lugar, según algunos autores, en el año 778, cuando un ejército de vascones emboscó a una parte del ejército de Carlomagno. 

Por otra parte, la técnica de Barbasán en este cuadro pintado en 1912, permite observar un cambio, ya iniciado en 1906, donde su pincelada es más amplia y abocetada y las figuras más sueltas de dibujo. De igual forma, los paisajes que realizó en sus últimos años, como se aprecia en este óleo, muestran escenas en primer plano y con minúsculas figuras que enriquece con efectos atmosférico y luminosos.

'El paso de Roncesvalles', que cuenta con unas medidas de 107x110 centímetros, representa la batalla de Roncesvalles que tuvo lugar en el año 778

En el cuadro también se pueden admirar otros elementos presentes en el conjunto de su pintura como su técnica, que se dosifica entre el dibujo, el envidiable registro cromático y su captación de efectos luminosos y atmosféricos. Además de estas características, destaca el uso del color, el elemento más sobresaliente en sus cuadros y por el que se le relaciona con los pintores impresionistas.

Junto con este lienzo, el Museo Goya reúne otras tres obras del pintor zaragozano: 'Don Pedro III de Aragón en Collado de las Panizas' (primer boceto de 1889), 'Calle de un pueblo de Toledo' (1907) y 'Pastoras en el monte' (1920).

El artista

Mariano Barbasán (1864-1924) fue un pintor zaragozano, condiscípulo de Joaquín Sorolla, Salvador Abril y José Garnelo, que destacó por sus paisajes, que comenzó a pintar en 1887 en Toledo. Un año después se trasladó a Roma donde se formó durante cuatro años con una beca de la Diputación de Zaragoza. Gracias a su estancia y a sus pinturas de la ciudad eterna, donde residió la mayor parte de su vida, alcanzó un reputado prestigio como paisajista plenairista.