Chunta Aragonesista va a presentar sendas iniciativas parlamentarias en la Cámara Alta, a través del senador de Compromís, Carles Mulet, para interesarse sobre la posibilidad de lograr el retorno a Aragón del conocido como el Toro de Azaila. Las preguntas se dirigirán al Gobierno de España, concretamente al Ministerio de Cultura y Deporte cuyo responsable es Miquel Iceta, sobre esta pieza representativa de la denominada iconografía íbero-romana.

Marco Negredo, secretario de Cultura e Identidad Nazional de CHA, recuerda que en la actualidad actualmente el original está ubicado en el Museo Arqueológico en Madrid y "consideramos necesario que se tomen las decisiones políticas oportunas para que pueda retornar a Azaila", lugar donde fue encontrado con motivo de unas excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el siglo pasado en el paraje del poblado llamado Cabezo de Alcalá, explica la formación nacionalista.

Patrimonio aragonés fuera de la comunidad

Negredo insiste en que "existe un amplio patrimonio aragonés fuera de nuestro territorio, cuantificado por un estudio del propio del Gobierno de 2009 en aproximadamente 9.000 piezas de diferente valor histórico-artístico, para el que, analizando con rigor científico cada caso y circunstancia, debemos reclamar su vuelta".

CHA recuerda que el denominado Toro de Azaila es, junto a la Dama de Elche, uno de los elementos más característicos de la cultura ibérica peninsular. Fue hallado en 1923 en una calle de acceso al poblado de Cabezo de Alcalá, un yacimiento ubicado en el término municipal de Azaila. En esta localidad turolense se encuentra el centro de interpretación del poblado y de la vida que desarrollaron sus habitantes y cuenta con una reproducción en bronce realizada dentro de una serie numerada fidedigna a tamaño real.

FICHA DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL SOBRE LA PIEZA

El toro de Azaila es una de las piezas más representativas de la llamada iconografía ibero-romana. Fue hallado en una de las calles de acceso al poblado de Cabezo de Alcalá (Azaila, Teruel), entre los escombros de un posible templo, y ha sido datado en las primeras décadas del siglo I a.C., poco antes de que la ciudad fuera asaltada y destruida en el contexto de la guerra civil de Sertorio (82-72 a.C.). Aunque, dado el contexto en el que apareció podría tratarse de un exvoto o de un objeto litúrgico, lo cierto es que desconocemos su función. No obstante, su iconografía y su técnica de fabricación permiten interpretarlo como una pieza híbrida, heredera de la plástica ibérica tradicional y partícipe al mismo tiempo de los nuevos gustos mediterráneos.