La novillada sin picadores celebrada en Zaragoza a modo de festejo preferia como premio para los becerristas de las clases prácticas programadas en abril fue un rotundo éxito... de dos horas y media.
Primero porque el cartel atrajo una notable cantidad de público, en su mayoría joven y partidario declarado. Después porque la novillada de Hermanos Boyano resultó superior.
Para los nos adscritos a bandería, la sorpresa fue Fran Fernando (Villamayor de Gállego, 2004) quien impactó de tal modo que puso en boca de los aficionados más antiguos y exigentes la frase: «no veremos torear así en la feria...».
Porque, a pesar de fallar con la espada en su segundo –por alargar innecesariamente la faena– dejó un recuerdo indeleble. Su imagen menuda pero armónica, hasta de fragilidad, quedaba asentada mientras se enroscaba una y otra vez al eral de un modo lentísimo y templado.
Los tendidos reaccionaron inmediatamente y FF se ensimismó de tal manera que se pasó de extensión. Lo pagó con la espada. 'Lesson one'.
Pero ese borrón no invalidaba una faena superiorísima llena de cadencia, con un perfil artístico notable y que envía un mensaje nítido al sistema: ha llegado.
En su primero, el de las dos orejas, el mérito estuvo en sacar de su querencia natural de chiqueros al novillo. Su muleteo delicado, como susurrándolo, escondía un toreo bien fundamentado, sin enganchones, límpido y profundo. Ahí sí hubo acierto con el pincho. Era el primer toque de atención que puso a cavilar a sus adversarios. Y los descolocó.
El más experimentado Aarón Palacio, estando bien, no demostró todo su potencial. La clarividencia de otros días fue nublada por la actuación de FF, yendo siempre a remolque. Una oreja se antoja escaso techo. Y el oscense Ignacio Boné, rígido y envarado en su primero anduvo más despierto y decidido en su segundo.
¿Y un mano a mano Fran Fernando-Cristiano Torres?
LA FICHA
Erales de Hermanos Boyano de magnífico juego.
Ignacio Boné: oreja tras aviso y silencio tras dos avisos.
Fran Fernando: Dos orejas y oreja tras aviso.
Aarón Palacio: Vuelta y oreja tras aviso.
Casi media plaza.
