La novillada salmantina con el hierro de Hoyo de la Gitana que ayer saltó al ruedo de La Misericordia (hay veces en las que uno entiende el acierto nominal del garito) resultó un catálogo de animalejos destartalados y dispares por fuera pero de similar comportamiento, chungo.
El primero hubiérase homologado sin rubor con un vacucho de los de capea de pueblo. Altón, agalgado, afinado de jeta y huero por dentro; el resto, enlotado de menos a más bulto, fue una ristra de reses estrambóticas en las formas y de escasas defensas.
El tercero, un remiendo con el hierro de Quintas, sí que obedecía al prototipo santacolomeño dado por canónico: recortadito de pitones pero ofensivo, asta blanca, formas corporales bien delineadas y esa viveza que trasciende en cada uno de sus viajes. Y todo eso, solo sumaba 417 kilos. Para qué más.
Ante él, un resuelto Sergio Rodríguez anduvo solvente con el capote.
Aquello no pintaba mal de principio hasta que llegó la hora de quedarse los dos solos en el ruedo, toro y torero. Y la cosa cambió porque mientras había tumulto en la arena, ambos se tapaban mutuamente pero cuando fue de tú a tú, el novillo ganó la pelea. La de los terrenos (hizo recorrer al torero múltiples emplazamientos) y la del toreo pues nunca llegó a someterlo. La estocada fulminante puso la oreja en manos de Rodríguez.
En el que cerró plaza, un toro en el cuerpo de un novillo, extrajo un muletazo aquí y otro allá, dispersos, aislados. Y ya.
Tampoco el mejicano Arturo Gilio destacó mucho más. A las puertas de la alternativa hay que ser muy partidario para afirmar que está cualificado para tal empresa. Ayer se mostró vulgarote y conformista tras la capea (esas cuadrillas) en su primero, protestadísimo por cojo y con muy poco que vender ante el mentiroso quinto que derribó con escándalo al caballo pero se acabó en dos series. Como la gaseosa.
Jorge Molina, que entró por la vía de la sustitución, fue transparente. Sin ideas ni propuestas en su primero, se marcó para final un bajonazo. En el otro fue peor, no hubo qué, cómo ni cuándo porque le sonó el aviso antes siquiera de entrar a matar.
Ahora, a ver quién saca a la gitana del hoyo.
LA FICHA
Cinco novillos de Hoyo de la Gitana y uno (3º) de Quintas, muy desiguales de hechuras, sin clase ni opciones.
Jorge Molina que sustituía a García Pulido, silencio y silencio tras aviso.
Arturo Gilio, silencio en ambos.
Sergio Rodríguez, oreja y silencio tras aviso.
Un tercio de entrada.