El Periódico de Aragón

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OTRA MIRADA

Guardando las distancias: Las Fiestas del Pilar, un éxito de público... ¿Suficiente?

En el siglo XXI, un espectáculo como el de los drones deja bastante frío a muchos ciudadanos

El espectáculo de drones de las Fiestas del Pilar de Zaragoza que fueron un éxito de público. ÁNGEL DE CASTRO

Las Fiestas del Pilar han sido un éxito de público. Es un dato innegable. Como también lo es que lo fueron las anteriores que se pudieron hacer (las de 2019), y las anteriores y las anteriores y las anteriores. Da igual el equipo de gobierno que esté en ese momento al frente de la concejalía de Cultura, el gen de vivir las fiestas en la calle de los zaragozanos está ahí y yo hasta sospecho que aunque un año no hubiera casi programa, seguirían siendo un éxito de público.

A todo esto, este año había que sumar las ganas acumuladas que tenía la gente de volver a la normalidad después de esos Pilares descafeinados del año pasado.

Dicho esto, creo que habría que hacer un análisis que llegue más allá de esa superficie de éxito de público que, desde luego, no hay que negar. Estas Fiestas del Pilar se anunciaron como las de la descentralización de escenarios y de actividades. Algo que después de varios intentos que se quedaron a mitad camino es verdad que este 2022 ha sido una realidad. Dejando a un lado mis dudas sobre si ese es el modelo que debemos tener sí creo que hay cosas que no son entendibles. Que se monten escenarios en los barrios para ampliar el Pilar a toda la ciudad, es una consecuencia lógica de esa descentralización pero... ¿de verdad nadie había pensado que eran necesarios unos mínimos servicios públicos? Y ni siquiera entro en el debate de si había o no había barras de bar que, bueno, hasta acepto el argumento de que se hizo para no perjudicar a los bares de la zona (ante eso también habría algo que alegar pero aceptémoslo).

¿Y los baños portátiles?

¿Pero y unos cuantos baños portátiles en un escenario como, por ejemplo, la Estación del Norte por poner solo un ejemplo? La verdad es que me deja perplejo pensar que nadie había pensado en su necesidad pero realmente prefiero pensar que fue un descuido a que haya una justificación. En la pasada Comisión de Cultura del Ayuntamiento de Zaragoza, Sara Fernández insinuó o, eso entendí yo, básicamente que había bares cerca. Espero que fuera un lapsus o el lapsus lo tuviera yo en mi cabeza y no entendiera muy bien lo que quería decir. Probablemente, no hay bares suficientes para asumir la concentración de miles de personas y eso dando por hecho que van a dejar utilizar su baño sin que la persona en cuestión haya consumido. Sinceramente, creo que no hay cómo entender esa decisión.

Como tampoco que no hubiera folk. No, no lo hubo, por mucho que ahora digan que hubo más de diez conciertos de música folk. Evidentemente, no es lo mismo, La ronda de Boltaña (que solo se había perdido unas fiestas desde 1996) que algún artista de más actualidad que hace un folk digamos actualizado sin que me acabe de gustar ese adjetivo. Nadie es tonto y todos sabemos a lo que nos referimos cuando decimos que no hubo folk tradicional en las fiestas (salvaguardando las jotas). Tanto que la propia Sara Fernández dijo en esa comisión que si ella continúa como responsable se recuperará el escenario de folk...

El espectáculo de drones de las Fiestas del Pilar de Zaragoza del 14 de octubre. ÁNGEL DE CASTRO

Frialdad con los drones

Y, por último, uno de los actos más multitudinarios de las fiestas fue el espectáculo de drones. Vaya por delante que no dudo de la complejidad técnica del mismo y su gran dificultad. Tampoco de que lo que costó era su precio de mercado (72.600 euros por si no lo sabían), pero, sinceramente, creo que en el siglo XXI un espectáculo como el del 14 de octubre deja bastante frío a la mayoría de ciudadanos (sin entrar a valorar que no se pudo acceder a la música o la visibilidad del mismo). Eso sí, las Fiestas del Pilar fueron un éxito de público. No lo dudo. 

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