El Periódico de Aragón

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REFLEXIÓN

Guardando las distancias: Bono Cultural Joven, el fracaso de la sociedad

¿Quién iba a renunciar a tener 400 euros gratis para gastarse en Cultura a lo largo de un año?

La campaña en prensa del Ministerio de Cultura para promocionar el Bono Cultural Joven. MINISTERIO DE CULTURA

Hace algo más de un mes, estaba viendo la televisión y saltó el anuncio del Ministerio de Cultura sobre el Bono Cultural Joven. Bromeé entonces sobre el creativo de la promoción ya que se empleaba la palabra pavos como sinónimo de euros. Me pareció algo absolutamente anticuado, pero al mismo tiempo pensé que la suerte es que ese bono no necesitaba mucho marketing. ¿Quién iba a renunciar a tener 400 euros gratis para gastarse en Cultura a lo largo de todo un año? Más aún cuando se había incluido una partida, algo polémica, para videojuegos. La sorpresa, y gorda, me la llevé cuando, concluido el plazo, se hicieron públicas las cifras. Alrededor de 8.100 jóvenes habían solicitado el bono en Aragón... lo que es solo un 60% del total que lo podían disfrutar.

Recuperado de la perplejidad intenté dar con algunas de las causas. El ministro Miquel Iceta parece que tiene claro que hay que simplificar los trámites, lo cual me lleva a pensar que la única causa que creen que existe para justificar que cuatro de cada diez españoles hayan pasado de poder disfrutar de conciertos, teatro, cine, videojuegos... de manera gratuita. Yo lo siento pero no compro ese argumento, no creo que estemos ante una sociedad tonta ni pienso que los trámites fueran tan complicados (menos cuando se habilitaron las oficinas de Correos para realizarlos) como para no querer solicitar esa ayuda.

Generar un auténtico público cultural

En mi opinión, el problema es mucho más complejo y por más vueltas que le demos, creo que no sale bien parada la sociedad que hemos creado. El sector lleva años reclamando un plan cultural que sea algo más que promocionar la cultura o lanzar un plan de ayudas a la producción. La solución para crear un auténtico público cultural pasa por generar un plan en el que la educación debe ser primordial y, sí, esta tiene que ir acompañada de una buena legislación.

Piensen en la última vez que hayan ido a un concierto, hayan estado en el teatro o incluso en el cine en una película que no sea de superhéroes (aunque estas también entran en el Bono Cultural Joven) y traten de recordar cuánta gente menor de 20 años han visto a su alrededor. Probablemente, la respuesta sea desoladora. El público adolescente está desapareciendo (si no lo ha hecho ya) de la cultura. Es duro pensarlo pero la realidad es la que hay. Y si alguien duda, que pregunte a los promotores de esta comunidad que hay muchos y buenos. Y antes de que alguien lo piense, tampoco creo que sea un problema de falta de programación para ese determinado sector. Algo que hace unos años podría debatirse pero hoy en día, no, hay programación para todos.

¿Un dinero para qué?

Y es por ahí por donde hay que buscar probablemente la causa de ese desprecio al Bono Cultural Joven, si el público adolescente no se siente atraído por la cultura, ¿para qué van a pedir 400 euros que gastar en ella? Algunos para sacar dinero en la reventa según se ha publicado esta semana, pero a la mayoría es que le da igual. No sienten que vaya con ellos.

Así que vayan poniéndose las pilas los que se las tengan que poner, reflexionen y actúen con una Plan para la Cultura de verdad, que ataque la raíz del problema y que garantice la supervivencia de la creación de aquí a 20 años. No es ninguna broma lo que hay en juego. Si fracasamos también en esto, nos acercamos demasiado peligrosamente ya al abismo más absoluto. Quizá la Ley de Derechos Culturales de Aragón sea un primer paso. Confiemos en que acabe saliendo. 

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