El Periódico de Aragón

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DOCUMENTOS HISTÓRICOS

El Visor de Chus Tudelilla: Gerda Taro y Robert Capa en Aragón

Ambos reporteros de guerra viajaron en varias ocasiones a España para documentar la contienda fratricida

Soldados republicanos en el frente de Aragón, cerca de Fraga, en noviembre 1938. ROBERT CAPA

Un hombre pregunta por carta a una mujer, ¿Cómo hemos de evitar la guerra en su opinión? El hombre es un reconocido abogado de Londres, y la mujer, Virginia Woolf. La respuesta se hizo esperar, pues exigía una profunda reflexión sobre los orígenes y motivaciones de todas las guerras, asuntos en los que, observó Woolf, las mujeres eran ajenas, y hasta extrañas, a cualquier toma de decisión en una sociedad de hombres que las excluía. Los hombres hacen la guerra y las mujeres la padecen.

Así lo advirtió en 'Tres guineas', ensayo publicado en junio de 1938, no sin antes poner de manifiesto su perplejidad ante el hecho de que un hombre ilustrado solicitara opinión a una mujer acerca del modo de impedir la guerra. Algo realmente insólito, una carta tal vez única en la historia de la correspondencia, subrayó. Más adelante, Virginia Woolf hizo referencia a las fotografías que el Gobierno español les enviaba «con paciente obstinación», aproximadamente dos veces por semana. «No son agradables a la vista. Casi todas muestran cadáveres». Ante las fotografías, hombres y mujeres ven los mismos cadáveres. Pero la pregunta era otra. ¿Cómo evitar la guerra?

No sería extraño que los paquetes de fotografías incluyeran algunas de las realizadas por Capa o Gerda Taro, menos pudorosas que las de su compañero, convencida como estaba de que la fotografía podía detener la guerra. No fue así, como sabemos. La guerra cegó para siempre a la «cazadora de luz» como la llamaba José Bergamín, la madrugada del 26 de julio de 1937, en un accidente ocurrido durante el repliegue del ejército republicano en el frente de la batalla de Brunete, adonde decidió acudir en el último momento, antes de regresar a París.

Republicanos en el interior del Palacio del Gobernador, el último bastión de la resistencia nacionalista en Teruel, diciembre 1937-enero 1938. CAPA

Rafael Alberti y María Teresa León recogieron el cadáver de Gerda Taro en el hospital instalado en El Escorial y lo condujeron en un improvisado ataúd de madera hasta el jardín de invierno de la sede madrileña de la Alianza de Intelectuales Antifascistas donde, días antes, los amigos le habían organizado una fiesta de despedida y de cumpleaños anticipado. El 31 de julio, el féretro se instaló en la Maison de la Culture de París, cuya fachada se cubrió con un velo negro. El periódico 'Ce soir' organizó la ceremonia, junto a 'L’Humanité', y encargó a Giacometti el diseño de la tumba de su reportera Gerda Taro en el cementerio del Père-Lachaise.

El día de su muerte, Gerda Taro debía haberse encontrado con Robert Capa en París. Juntos llegaron a España en agosto de 1936 para realizar un reportaje sobre la guerra civil; regresaron en noviembre, con motivo de la defensa de Madrid, y en 1937 visitaron varios frentes. En diciembre de 1938 Capa fotografió la batalla de Teruel, y en 1939 la caída de Barcelona, en el que fue su último viaje a España.

Gerda Taro y Robert Capa, París, 1936.

Gerda Taro (Gerta Pohorylle, Stuttgart, 1910-El Escorial, 1937) y Robert Capa (Endre Friedmann, Budapest, 1913-Thai Binh, 1954) se habían conocido en septiembre de 1934 en París, adonde llegaron huyendo del nazismo. En París, el fotógrafo Endre cambió su nombre por André y empezó a trabajar para Hugo Bock, uno de los primeros fotorreporteros que utilizó la cámara Leica; Gerda Pohorylle pasó a llamarse Gerta Taro y en 1935 se inició en la fotografía con su compañero de entonces Fred Stein, de quien aprendió el trabajo de laboratorio que, durante su estancia en España, enseñaría a Alberti cuando este quiso ampliar las fotografías de la guerra obtenidas con las cámaras que le habían regalado durante su viaje a la Unión Soviética.

La experiencia que Gerta Taro adquirió con Stein en París la animó a presentarse profesionalmente como fotógrafa y a colaborar con André Friedmann en los escasos encargos que recibían. Cuando todo parecía perdido, Gerta inventó al famoso y sofisticado fotógrafo americano Robert Capa, recién llegado a Europa, de quien repentinamente todos los medios deseaban publicar sus reportajes; y de paso decidió llamarse Gerda Taro.

Traslado de republicanos españoles. Le Barcarès, Francia, 1939. Robert Capa

En aquel tiempo, las fotografías de ambos aparecen firmadas como «Capa»; quizás las de Gerda Taro sean las realizadas con la Rolleiflex, porque Friedmann prefería la Leica. En febrero de 1937 está documentada la primera mención «Foto Capa y Taro», por lo que la identificación de las fotografías que no aparecen firmadas por Gerda Taro continúa siendo muy compleja. Ninguno de sus familiares más cercanos había sobrevivido al Holocausto y Capa se hizo cargo de su legado, como ya lo había hecho con el nombre del personaje inventado. La ficción y la leyenda le entusiasmaban.

Según señalan quienes han investigado los archivos de ambos fotógrafos, las imágenes que Gerda Taro publicó en 'Regards' o 'Ce soir', muestran un mayor compromiso con la causa republicana; el sufrimiento de las víctimas de la guerra es emocionalmente heroico. Y como John Steinbeck escribió de Robert Capa, Gerda Taro también supo lo que debía buscar y qué hacer con ello cuando lo encontraba. Pero sabía que no se puede fotografiar la guerra, porque es en su mayor parte una emoción.  

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